El debate por los sentidos de la Escuela Secundaria

Por Gustavo Galli

Asistimos en estos días a un profundo debate acerca de los sentidos de la escuela secundaria. Sabemos que la propuesta del GCBA “Secundaria del Futuro” se encuadra en un proyecto mayor: un modelo de país.

Nunca, tampoco ahora, pueden leerse las reformas educativas aisladas de un proyecto de país. A modo de ejemplo cercano: la Ley Federal de Educación y el proyecto neoliberal menemista, privatizador, de achicamiento del Estado y de alta desocupación. La Ley de Educación Nacional (26.206) en un contexto de ampliación de derechos, de ampliación de la educación obligatoria (por arriba y por abajo, inicial y secundaria) dónde la educación pasa de ser un “servicio” a ser un derecho social que debe ser garantizado por el Estado.

¿Por qué esta aclaración del párrafo anterior? Sencillamente porque es necesario inscribir políticamente el análisis de esta propuesta de reforma de la escuela secundaria para comprender las intenciones finales. Hoy no podemos quedarnos sólo a nivel de los enunciados, de las afirmaciones de ciertos documentos, o más bien partiendo de allí, necesitamos complejizar el análisis. Quizás porque la astucia comunicativa de este gobierno consiste en retomar reclamos históricos de los trabajadores de la educación o categorías muy cercanas a nuestras creencias y prácticas como inclusión o derechos para confundir y amortiguar las críticas.

Los hechos demuestran claramente la incoherencia, con solo conocer la subejecución de presupuestos o releer el desguace de políticas socioeducativas se hace evidente que sus políticas son regresivas en derechos y que lejos de buscar la inclusión profundizar la exclusión.

La disputa entonces es profundamente política y por lo tanto por los sentidos de la escuela secundaria. También, por supuesto, por las concepciones acerca del trabajo docente y por sus condiciones. Sabemos todo está entramado.

Según la Ley 26.206 la escuela secundaria tiene como finalidades la formación de ciudadanos, la vinculación con el mundo del trabajo y la continuidad de los estudios. Hoy la formación de ciudadanía se entiende despolitizada, lo que es un oxímoron: si se es ciudadano es porque se es sujeto político. La vinculación con el mundo del trabajo se la comprende como la “adaptabilidad” a las necesidades de las empresas o al disfrute de la incertidumbre que significa el “emprendedurismo” sobre todo para los “perdedores de siempre” que quedan a la intemperie de un Estado que consagra la competencia como única “regulación”. Respecto a la continuidad de los estudios, como muestra basta develar las intenciones del INFOD respecto del cierre de Institutos de Formación Docente a lo largo y ancho del país.

Disputar los sentidos de la escuela secundaria significa abrir el debate en cada aula, en cada sala de profesores, con cada uno/a de nuestros/as compañeros/as alejándonos de las consignas y de las declaraciones de buenas intenciones para profundizar el diálogo con argumentos que se sustentan fundamentalmente en los efectos de las propias políticas de este gobierno.

En este sentido es bastante gráfico algo que plantea el Plan Maestro cuando cita que la evidencia ha venido demostrando que la calidad de los aprendizajes está fuertemente condicionada por la calidad de la enseñanza y de la gestión escolar, una vez despejadas las variables socioeconómicas.” No sabemos a qué evidencia se refieren porque, como a lo largo de todo el Plan no incorporan ninguna referencia de sus citas o de las investigaciones mencionadas. Sí sabemos los educadores por haber estudiado desde las investigaciones de Bourdieu y Passeron (1964) sobre el sistema educativo francés a las de Llomovate y Kaplan (2005) -por mencionar una de muchas en Argentina- que si algo es imposible es “despejar las variables socioeconómicas” en el análisis de las trayectorias escolares. Este párrafo a la vez que busca construir la idea de que los docentes son los únicos responsables de los “resultados” de la calidad de la educación, niega la incidencia de la desigualdad en la configuración de las trayectorias y despolitiza el problema del fracaso y el abandono escolar. Por último, no sabemos únicamente sobre los efectos de la desigualdad por la lectura de investigaciones serias, también lo sabemos cada vez que le abrimos la puerta de la escuela a los pibes y pibas que son las víctimas de este modelo de exclusión y de regresión de derechos.

La disputa es profundamente política, entre otras cosas, porque la vida de los pibes y pibas más lastimados sufren día a día esta política.

Bajas para imprimir: Educar en contextos empobrecidos: vivir (en) las desigualdades