Por Betina Fratta, programa INTEC
Lxs docentes solemos preguntarnos, ante cada una de nuestras acciones educativas, actividades, y propuestas desplegadas «qué» de todo lo que hacemos realmente suma para que lxs chicxs aprendan. Esa pregunta hace parte de una reflexión permanente y casi obsesiva sobre la práctica, y su función es poder desbrozar, de entre todas, las mejores estrategias, las mejores actividades, los mejores recursos para que la tarea de enseñar tenga su correlato efectivo en el aprendizaje.
Desde hace varios años esa pregunta guía también el accionar en el campo de la educación digital. Al principio, con el boom del 1 a 1 (una netbook por alumn@), inició una carrera desenfrenada por “hacer cosas con la compu”, sin demasiado sentido pedagógico muchas veces. Poco a poco esa pregunta fue tomando su lugar gracias a la insistencia de facilitadorxs, maestrxs y profesorxs que hicieron sentir su voz ante las supuestas propuestas de “avanzada” del Ministerio de Educación de CABA. Ahora bien, en todo momento, esa pregunta por el hacer digital sostiene la necesidad ineludible de la inclusión y reivindica el acceso a recursos tecnológicos para la población. No es de
ninguna manera una pregunta con resabios luddistas, sino un paso que intenta ir más alla de la necesaria distribución social de bienes tecnológicos.
Datos cualitativos históricos
Desde hace unos años, cuatro o cinco, en concordancia con el vaciamiento del Programa Conectar Igualdad de alcance nacional, en la Ciudad de Buenos Aires asistimos a un severo recorte en tecnología educativa, oportunamente denunciado. Desde el inicio, hace unos 10 años, el Plan Sarmiento entregaba una netbook por alumnx en primaria, se cubría con conectividad wimax la casi
totalidad de la ciudad llegando a las casas de nuestrxs alumnxs y se cubría la ciudad con más de 17 centros de reparación, mientras tanto, las escuelas secundarias y terciarias de CABA eran cubiertas y abastecidas por Conectar Igualdad.
Pero pasaron cosas y el Plan Sarmiento cambió de fase (graciosamente llamada fase 2). A partir de 2015 lxs alumnxs de 1ro. a 3er. grado dejaron de recibir su netbook, y estos equipos se reemplazaron por tablets comunitarias de uso alterno dentro de las escuelas, que no pueden ser llevadas a sus casas. La conectividad wimax que llegaba a los barrios más pobres, fue reemplazada por una conectividad más concentrada y limitada a los edificios escolares. Los centros de reparación fueron reducidos a cinco para toda la ciudad, lo cual redundó en una acumulación de equipos fuera de juego. El Plan invirtió en una cantidad limitada de kits de robótica que intentaron ser incrustados
artificiosamente en las planificaciones docentes, haciendo de esas acciones uno más de tantos «como si». Se amplió la cobertura al nivel inicial con dispositivos residentes en las escuelas, y gracias a la tarea y reflexión de facilitadorxs y docentes se generaron acciones educativas con sentido
pedagógico, situadas en las particularidades del nivel. Se incluyó la cobertura del nivel medio a través de la tristemente célebre Secundaria del Futuro, a través de la distribución de equipos residentes en las escuelas para uso exclusivo de primer año, con casi total ausencia, en su inicio, de capacitación docente. Cuando, gracias al tejido de vínculos laborales entre facilitadorxs y profes, parecía que la capacitación y el acompañamiento docente empezaba a dar sus frutos, desde Intec se comenzó a operar la flexibilización laboral de facilitadorxs, desdoblando su designación en más de una escuela.
Educar en tiempos de Covid-19, en la CABA
Dentro del contexto educativo-tecnológico descripto, las tareas educativas deben abandonar las aulas y re situarse en el contexto de la virtualidad. La tarea de docentes de todos los niveles y modalidades, de facilitadorxs y equipos de conducción ha mutado ante la necesidad de sostener los vínculos pedagógicos. Lxs docentes están dando un ejemplo de responsabilidad comunitaria, porque seguimos desplegando tareas educativas desde el día 1 de la cuarentena. En muchísimos casos hay acciones docentes previas que actúan como una red de contención, y ese cambio no ha sido tan brutal. Ahí tenemos las aulas de Edmodo y los blogs que eran, ya antes de la pandemia, recursos de utilización regular. Tenemos una gran cantidad de docentes habituados al acceso, uso y/o producción de recursos digitales. Y tenemos una gran cantidad del estudiantado alfabetizado digitalmente, es decir, en condiciones de participar de entornos virtuales de aprendizaje, con un poco más o un poco menos de necesidad de resposición o refresh de algunos saberes digitales.
Sin embargo, todas las “cosas que pasaron” a partir del 2015 rompieron irreparablemente los esfuerzos de inclusión digital previos, que en gran medida había sido realizados como respuesta a una política nacional que con el Plan Conectar Igualdad obligó al distrito más rico del país a no quedarse rezagado en la material. El correlato en CABA de la destrucción de Conectar a nivel
nacional, significó menos computadoras en las casas de nuestrxs estudiantes y docentes, nula conectividad comunitaria.
En el contexto de la cuarentena tenemos estudiantes que sencillamente se cayeron de la escuela, ajuste tecnológico mediante. Así de crudo. Familias de nuestros barrios populares que o bien cuentan con alguna netbook de algún niñx de 5to. a 7mo. grado, pero no tienen conectividad. O bien no tienen más que uno o dos celulares por familia, a los que con mucho esfuerzo le cargan
datos que son consumidos velozmente al intentar navegar un blog, edmodo, o descargar un contenido.
El Ministerio de Educación de la CABA ha dispuesto el logueo de docentes, estudiantes y familias al sitio miescuela.bue.edu.ar. Se trata de un incipiente espacio virtual que venía siendo proyectado, pero que esta cuarentena al parecer aceleró su implementación. Tanto este sitio como educ.ar, y alguno más, se promocionan como espacios virtuales de acceso gratuito desde el gobierno, mediante convenio con algunas companías de comunicación celular.
Esta iniciativa que parece loable e inclusiva conlleva la imposibilidad en sí misma. En primer lugar, los avisos publicitarios al respecto son completamente inútiles, la población no se loguea. Preocupadxs como estamos en sostener la vida en condiciones de aislamiento, que muchas veces implican tensión y angustia por el porvenir o un presente sin lo básico para alimentarse, no existe
siquiera la posibilidad de estar atentxs a esa posibilidad. Y mucho más si esos avisos no llegan a traves del canal educativo habitual, que es sin lugar a dudas, la escuela.
En segundo lugar, esta iniciativa desconoce de un plumazo los canales de comunicación virtual que por años han sido pacientemente construidos en las comunidades educativas. Como dijimos más arriba, se trata de las plataformas edmodo, google classroom o blogger. Dejando a un lado la discusión acerca de la conveniencia de uso de plataformas de código abierto y software libre, la
colectivización de esas herrameintas de origen privado es un supuesto básico si queremos hacer, de verdad, que las acciones educativas lleguen a nuestros estudiantes.
En tercer lugar, esta herramienta se revela, una vez más como una nueva forma de mostrar que se hace algo cuando en realidad nada de la situación de exclusión tecnológica ha cambiado. Nuestrxs estudiantes que habitan los barrios olvidados por la gestión larretista no cuentan con los dispositivos
más básicos ni la conectividad para el acceso. Así de simple.
En cuarto lugar, la gratuidad de navegación no es universal para cualquier compañía, ni garantiza la posibilidad de acciones educativas. ¿Cómo loguear a los 30 alumnxs de un curso que sencillamente desconocen esa posibilidad porque quedaron incomunicadxs? ¿En serio nadie en el Ministerio de
Educación tuvo la imaginación necesaria para hacerse esa pregunta?
Qué necesitamos para seguir enseñando, qué necesitan lxs estudiantes para seguir aprendiendo.
No es tan difícil la respuesta. Si junto a esta pregunta, retomamos la pregunta del principio, ¿qué de todo lo que hacemos promueve el aprendizaje en nuestrxs alumnxs?, y además lográsemos que por una vez el Ministerio de Educación de CABA dejase de trabajar para la vidriera, diríamos, en estos
tiempos en que supuestamente la pelea por sostener la vida es DE TODXS, necesitamos dispositivos para todxs los estudiantes y docentes, liberación de datos y wifi para la navegación de los sitios de uso histórico en las comunidades educativas.