Eduardo López: “No estudié para hacer paro”

Diario-Z-22.02.13

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22.02.2013. El dirigente de UTE (Ctera) señala que la calidad educativa es igual en las escuelas públicas y privadas, que las diferencias se dan entre las que están situadas en los barrios del Norte o del Sur.

De Racing, católico, ve­cino de Parque Chaca­buco, orgulloso egresa­do del Mariano Acosta, docente en una primaria de Luga­no. Eduardo López dirige hace cin­co años la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera). En esta entrevista analiza los proble­mas del sistema educativo, y asegu­ra que el PRO prefiere una escuela pública “precaria y para pobres”.

Piden un 30% de aumento, ¿cómo van las negociaciones?
Este año, el porcentaje destinado a Educación en el presupuesto global de la Ciudad se redujo del 26 al 24 por ciento. Hace 10 años represen­taba el 30. El PRO lo pone en térmi­nos nominales y dice que hay más plata, pero la porción destinada a educación disminuyó y eso compli­ca la negociación salarial, implica bajos salarios. También afecta la ca­lidad educativa porque implica ce­rrar cursos y grados (querían cerrar 221 y finalmente cerraron 91), redu­cir los fondos para las cooperado­res, desactivar planes socio educati­vos, que haya menos becas. Con la lucha de docentes, padres y alum­nos pudimos frenar muchas de esas iniciativas. La estrategia del PRO es tener una escuela pública precaria, barata y para pobres. Y dirigir fon­dos públicos a las escuelas privadas. Los ejemplos sobran: la ORT recibe un millón de pesos por mes, Nues­tra Señora del Carmen 750 mil.

¿Es legal subsidiar?
La Constitución porteña dice que los subsidios son para garantizar las escuelas que están en lugares don­de el Estado no llega. Hay escuelas en barrios vulnerables que cumplen con esa función, tienen cuota cero. Bárbaro, a ésas hay que seguir sub­sidiándolas. Pero el profesorado de educación física y árbitros de River Plate está subsidiado, mientras fal­tan jardines de infantes estatales en Lugano, Soldati y Pompeya. Está buenísimo que River tenga ese pro­fesorado, pero los contribuyentes no tienen por qué pagarlo. Yo es­toy a favor de que existan escuelas privadas, que el Estado las subsidie cuando cumplen un rol social, pero estoy en contra de que las escue­las ricas reciban dinero. Es un nego­cio y también una concepción: to­dos los funcionarios del macrismo y sus familiares fueron a escuelas pri­vadas. En cambio yo creo que la es­cuela pública es de mejor calidad.

¿Está mal enviar a los chicos a escuelas privadas?
Respeto a las familias que lo hacen y encima son víctimas de los empre­sarios que cobran subsidios y cuo­tas altísimas. Pero creo que es me­jor una escuela que tiene centro de estudiantes, que tiene profesores de credos e ideo­logías diferentes. En la diferencia está la riqueza. Yo envío a mis hijos a la escuela estatal porque allí pueden entender al otro cuando sos compañero del hijo de un car­tonero y del hijo de un bioquímico. Además, hay una competencia des­leal: la privada tiene doble financia­miento, el Estado y la cuota. Traba­jo en una escuela de Soldati que recibe 18 mil pesos anuales como subsidio de cooperadora.

Suele haber muchas quejas por el estado de las escuelas, ¿cómo es la situación este año?
La verdad es que se avanzó en ma­teria de infraestructura gracias a la lucha de los docentes, los padres y estudiantes. Por ejemplo, el Maria­no Acosta –que fue unos de los fo­cos de las tomas masivas en 2010- está quedando bien. La escuela mejora por la lucha de todos y se está dando una buena educación, pese al Gobierno de la Ciudad.

¿Por qué disminuye la matrícu­la de las escuelas estatales en­tonces?
Hay dos cosas. Cuando hay reac­tivación económica, naturalmen­te algunas familias eligen la escuela privada. Después hay un direccio­namiento: el Gobierno de la Ciu­dad estigmatiza a la escuela esta­tal. Tomemos el caso de los jardines de infantes públicos, donde faltan muchas vacantes. Nadie cuestiona su calidad, dicen que es muy bue­na. Pero si no se construyen jardi­nes y los padres deben mandar a sus chicos a los jardines privados, en pocos años la matrícula crecerá en desmedro de los públicos. El Gobierno incum­ple con la ley de educación porteña que dice que la educación es uni­versal (no obligatoria) de los 45 días a los 4 años.

¿Por qué se cree que la educa­ción pública es de baja calidad?
La derecha y los medios más con­centrados dicen que lo estatal, lo público, es berreta. Y que lo pri­vado es eficiente y de calidad. Es una concepción ideológica que se fomentó desde 1976 y prendió en muchos sectores. Cuando yo era pibe, la escuela pública era la de ca­lidad: si el chico repetía, lo manda­ban a una privada. Pero el ataque comenzó con Onganía. Ahora, de a poco, se está revirtiendo. Ayudaría que volvieran a las públicas los sub­sidios que van a privados.

El Ministerio hizo una evalua­ción de nivel.
Sí. El resultado es que no hay di­ferencias entre escuelas públicas y privadas. Sí entre el norte y el sur. Las escuelas de la zona norte tienen mejores resultados que las del sur, sean estatales o privadas.

¿Por qué se creó el cargo de Maestro Acompañante de Tra­yectorias Educativas (MATE)?
Lo pedimos nosotros, nos parece clave. ABullrich le dijimos: “Estás fi­nanciando el MATEen las escuelas privadas, hacelo también en la es­tatal… no se puede discriminar a lo estatal con fondos del Estado”.

¿Quién los va a designar?
Está por definirse, hay una comi­sión integrada por los gremios. Se­guramente será un docente titular de la escuela pero estamos vien­do si será elegido por el equipo de conducción o votado por los do­centes. El MATEva a estar presen­te en 120 escuelas y el compromi­so del Gobierno es extenderlo. Esto va de la mano de una resolución del Consejo Federal de Educación, que dice que los chicos de primer a segundo grado no repitan. Es una etapa muy complicada porque se notan más las diferencias. Y ahora se conforma un ciclo de dos años para que los vienen con más cono­cimientos no pierdan el ritmo y que los otros se puedan nivelar. Es una prueba de que nosotros no sólo pe­leamos por salarios y nos importa la calidad educativa. Yo no estudié para hacer paros, sino para dar cla­ses. Ahora, los salarios son tan ba­jos que faltan maestros. El salario es 3.200 pesos.