Eduardo López: “Larreta es un canalla”

Con o sin pandemia, Eduardo López no duda sobre cómo caracterizar a Horacio Rodríguez Larreta: “Es un canalla. Hasta hace cuatro meses quería juntar cinco hospitales en uno para hacer negocios inmobiliarios y ahora se hace el sanitarista”. Titular de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) –uno de los gremios de los docentes porteños– y secretario general de la CTA de los Trabajadores de la Ciudad de Buenos Aires, López le viene pidiendo a Rodríguez Larreta volver a la Fase 2 de la cuarentena, en vista de los propios números oficiales, que muestran un alza en la curva de contagios luego de que el alcalde porteño permitiera una mayor apertura de negocios y circulación de personas. Al cierre de este artículo, eran 147 los fallecidos en el distrito y casi 3200 los contagiados.

En ese marco, ocurrió la muerte por coronavirus de Ramona Medina, una querida vecina y referente de La Garganta Poderosa en la villa 31, de Retiro, que había denunciado la falta de agua y un recrudecimiento del virus en ese y otros barrios populares. “Larreta en pandemia sigue siendo Larreta, sigue priorizando los negocios, las consultoras, el odio de clase y la discriminación”, sostuvo López, que, por el contario, valoró el esfuerzo hecho por toda la comunidad educativa en tiempos de aislamiento y educación a distancia. También, alertó sobre quienes “encontraron en la virtualidad un verso o una metáfora para intentar cerrar escuelas pero haciéndose los modernos”.

“Larreta en pandemia sigue siendo Larreta, sigue priorizando los negocios, las consultoras, el odio de clase y la discriminación”.

– ¿Qué reflexión le merece la muerte de Ramona?

– Ramona tenía sólo 43 años y su mayor riesgo era vivir en la Ciudad de Buenos Aires comandada por Rodríguez Larreta; su riesgo era que no tenía derecho al agua, a lavarse las manos. Larreta gasta fortunas en propaganda diciendo “lavate las manos”, propagandas que son pautas, pautas que compran silencios, pautas que matan. Esa pauta que dice “lavate las manos” no era garantizada por Larreta para los vecinos de la villa. Esa pauta no garantizaba derechos. Queremos agua para las villas, para que se laven las manos, para que cumplan con los dispositivos preventivos en la lucha contra el coronavirus. Y queremos que la Ciudad vuelva a Fase 2.

– Es el pedido que, junto a la CTA Autónoma, le hicieron al gobierno porteño. ¿Lo visto en las últimas horas vuelve más urgente la necesidad de dar marcha atrás?

– No hay motivo para que abran los negocios no esenciales. Ninguna ciudad del mundo, cuando todavía no pasó el pico de pandemia, avanza en la apertura de esos negocios, ninguna. Después del pico, debaten, discuten si se abre y cuándo. Sólo la ciudad de Buenos Aires ha decidido esto, porque priorizan el afán de lucro. Larreta en pandemia sigue siendo Larreta, sigue priorizando los negocios, las consultoras, el odio de clase y la discriminación. La economía es fundamental, pero aquellos países, ciudades, que la ponen por sobre la vida, perdieron muchas vidas y cayó la economía como en ninguno. Nosotros queremos preservar la vida y la salud de los trabajadores y las trabajadoras, y eso es el reaseguro para preservar la economía cuando pase esta pandemia.

– Ya llevamos 60 días de cuarentena y otros tantos con las escuela cerradas. ¿Cómo vio en este tiempo la reacción de la comunidad educativa?

– Con muchísima disciplina y orden, y nadie tiene tapiada la puerta de la casa. Veo que se disparó una serie de creatividades, con maestras de mi generación, de 55, 65 años, haciendo videos o abordando las redes, cosas que no habían podido hacer en estos años. Arrancamos con los chicos enseñándoles a los maestros cómo dar una clase por Zoom, y ahora ya los maestros estamos bastante bien. Se desplegaron ternuras, complicidades, creatividades del sistema educativo para seguir educando, sabiendo que la escuela es irremplazable pero que en las malas hay que hacer todo. Y creo que la comunidad educativa, los padres, los pibes y los docentes, están haciendo todo.

La pandemia impuso la virtualidad. ¿Esto alienta el discurso de quienes proponen menos aula y presencialidad y más clases a distancia y redes?

– Tengo una tranquilidad en saber que la escuela es irremplazable como territorio de convivencia social de la infancia y la juventud por fuera del hogar. Pero creo que la pandemia sí habilitó ciertos pliegues, ciertos espacios de la educación donde se está queriendo meter el mercado. Pensemos que, al menos en la Ciudad y hasta hace poco a nivel nacional, había un gobierno que cerraba escuelas. Un sector de la derecha quiere cerrar escuelas, porque ahí se canta el Himno, se enseñan valores, decimos que las Malvinas son argentinas, se convive, nos emocionamos, está la celeste y blanca, se disfrazan de San Martín. Todo eso lo odia un sector del mercado y lo quiere desarmar, pero lo veo difícil. No pudieron con Macri, menos ahora. Hace poco vi una nota que decía “cómo no hicimos esto antes, cómo no dábamos clases por Zoom”. Ahí hay ciertos negocios. ¿De qué manera los confrontamos? No diciendo que no queremos tecnologías, sino haciendo una plataforma nacional, estatal y pública. No es “civilización o barbarie”, donde ellos serían la civilización porque quieren que usemos Zoom, y nosotros queremos la tiza, el pizarrón y la clase expositiva. No. Aquí es si ciertos abordajes de la virtualidad educativa los da el mercado o los da el Estado.

– Es decir, si el Estado se pone delante de la innovación o si la acapara el mercado.

– Exacto. Yo doy clases de Geografía y me encantaría tener una pizarra eléctrica o virtual, y poder mostrarles el Google Earth y viajar por el mundo sin moverme del aula, y después seguir conectados también, por supuesto, sin explotación, sin teletrabajo. O sea, usar las redes pero no los negocios. No quiero que nuestros pibes sean mercancías de Facebook, de la Ocde, de las Pruebas Pisa; que sus datos, sus navegaciones, sus amores, sus investigaciones, sus secretos virtuales sean mercancías de los que quieren hacer negocio con esto y, de paso, cerrar escuelas. Encontraron en la virtualidad un verso o una metáfora para intentar cerrar escuelas pero haciéndose los modernos.

– Rodríguez Larreta fue llamado por el presidente de la Nación para trabajar junto al gobierno de la Provincia. ¿Cómo evalúa esa convocatoria?

– De parte de Alberto Fernández, veo que hizo lo correcto, lo contrario a lo que hubiese hecho Mauricio Macri, que habría hecho política con este tema. La postura de Alberto fue correcta al sentar a los dos representantes de las jurisdicciones más castigadas por el coronavirus. Y de Larreta pienso que así como hace seis meses estaba al lado de Macri gritando “no se inunda más, no se inunda más”, “la damos vuelta, la damos vuelta”, y reprimiendo senegaleses, ahora que ve que Alberto mide un 75, un 80%, se sienta al lado de él. Si midiese eso Morales, se sienta al lado de Morales, o un Bolsonaro porteño, se sienta al lado de un Bolsonaro porteño. Larreta en pandemia es Larreta. La pandemia lo que hace es visibilizar más lo que sos.

“No es ´civilización o barbarie´, donde ellos serían la civilización porque quieren que usemos Zoom, y nosotros queremos la tiza, el pizarrón y la clase expositiva”.

– ¿Funciona como una especie de “resaltador” de la política?

– Claro, como esos amarillos o verdes que resaltan. En Alberto, resaltó que es un político de Estado y quienes lo conocemos sabemos que siempre fue así: un hombre que reivindica a la política, un administrador, que en estos tiempos es lo que se necesita, alguien que conduzca al Estado de la Nación. Y de Larreta, lo que resalta es que es un sabandija, que va viendo dónde se puede meter. Imaginate que en 2000 le negaba los fondos a Favaloro, estaba en el Pami, se fueron en helicóptero. Después, asumió en la Ciudad junto con Macri en la Rosada, que devastó la Nación con el apoyo de Larreta. En la Ciudad, hace cinco meses estábamos marchando con los concurrentes y residentes, porque Larreta los quería rajar. Les sacó el reconocimiento a las enfermeras. Hasta hace cuatro meses quería juntar cinco hospitales en uno para hacer negocios inmobiliarios y ahora se hace el sanitarista. Es un sabandija, pero creo que Alberto hizo lo correcto, y creo que nosotros, los trabajadores de la Ciudad, también hacemos lo correcto al decir que es un canalla, porque lo conocemos perfectamente.

– Lo saco del ámbito local. ¿Cómo viven los gremios docentes de los países vecinos las distintas políticas gubernamentales en pandemia?

– Están queriendo hacer lo que hace el gobierno argentino, de hecho, lo plantearon en la Internacional de la Educación, en la Internacional de la Educación para América Latina, en la OIT, también. Hicimos una teleconferencia hace pocos días y todos pensamos lo mismo. Los gremios docentes del mundo, y aun los no docentes, saludan las políticas de defensa de la salud de los trabajadores del gobierno nacional, y pelean, esos maestros brasileños, uruguayos, chilenos, peruanos, bolivianos, paraguayos, contra los gobiernos que tienen una política diametralmente opuesta, y suscripta a la de Jair Bolsonaro, de Lenín Moreno y Donald Trump, de priorizar la ganancia y el lucro por sobre la salud.