El martes 15 de julio una noticia se replicaba en todos los canales de noticias “Madre en una escuela apuñaló al director y golpeó a la secretaria “. Frente a esto, los mensajes empezaron a reproducirse y las dudas, confusión y mentiras fueron creciendo interminablemente, hasta escuchar testimonios en los que pocas cuestiones eran reales.
Lo que podemos decir es que la violencia está presente en nuestras escuelas, pero no como un hecho aislado, sino como caja de resonancia de lo que estamos padeciendo como sociedad. Frente a discursos que repiten que “el otrx es un enemigo”, que alejan toda posibilidad de diálogo, de empatía, de solidaridad, vemos replicarse esto en todos los vínculos que deberían ser de respeto, comprensión y sentido de pertenencia a una comunidad en la que no se pongan familias frente a escuelas, ni se fomente la ruptura de lazos sociales.
Si desde las autoridades del país se escuchan diariamente los peores insultos y denostaciones ante todxs aquellos que apenas difieran con sus ideas políticas, si vemos al presidente y todos sus representantes decir barbaridades de trabajadores de la educación, la salud, etc. ¿cómo se podría entonces esperar la valoración de estos derechos por parte de las familias que sienten día a día que sus vidas se precarizan y no ya hay a dónde acudir?
Creemos que la única forma de evitar este tipo de agresiones y de violencia es volviendo a tejer redes comunitarias y cooperativas entre familia, escuela, clubes de barrio, organizaciones sociales, barriales, sindicales y políticas. Construir por medio de la solidaridad, el compañerismo, la empatía, una comunidad unida que enfrente los modelos que promueven el” todxs contra todxs”, o la sospecha constante hacia el otro.
Sabemos que nadie se salva solx, hoy más que nunca esa idea debe ser nuestro estandarte, y construirlo es el compromiso que cada unx debe asumir.