VI CONGRESO DE EDUCACIÓN 2012
“HACIA UN MOVIMIENTO PEDAGÓGICO LATINOAMERICANO
Los días 12 y 13 de octubre de 2012, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se llevó a cabo el VI Congreso de Educación, como parte de una construcción pedagógica del primer encuentro, “Hacia un Movimiento Pedagógico Latinoamericano” realizado en Bogotá. Impulsado por la Internacional de la Educación para América Latina, se reafirmó que atravesamos un tiempo en el que se comienza a delinear de manera trabajosa, contradictoria y compleja un proyecto para América Latina a partir de un proceso de integración de los pueblos y de sus gobiernos.
En este marco nuestra organización sindical convocó a la participación desde un Movimiento Social amplio que tenga en su agenda la construcción del Movimiento Pedagógico Latinoamericano y encontró la oportunidad de convocar a quienes desde su compromiso y militancia quisieran aportar a la construcción de una política pedagógica sindical. Compartimos en este texto algunas ideas surgidas del debate de las y los trabajadores de la educación que participaron en las distintas comisiones del Encuentro y que consideramos suman para la construcción colectiva para un proyecto político, educativo, popular y emancipatorio para nuestra América Latina.
(…) En el marco de los debates de una Pedagogía Latinoamericana es necesario investigar, buscar en nuestra historia nacional, popular y latinoamericana, los elementos identitarios para la construcción de una pedagogía emancipatoria, liberadora, al servicio de las mayorías populares. (…)
(…) Desde la organización sindical durante décadas hemos afirmado que el acceso a la Educación, desde el nivel Inicial, es un derecho consagrado en el marco normativo nacional y jurisdiccional: Constitución Nacional, Ley de Educación Nacional, Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y en diversos tratados internacionales suscriptos. La definición de la Educación como Derecho destaca su carácter universal, indivisible y exigible.
Para el modelo social dominante, y más para el neoliberalismo residual, existen ganadores y perdedores. Desde esta mirada la inteligencia es concebida como un “don casi divino”, cuando sabemos en realidad que está repartida por toda la sociedad, y las desigualdades de inteligencia son en realidad desigualdades sociales. Como docentes hacedores de luchas y comprometidos con la educación popular y democrática, sabemos de la necesidad de formarnos como sujetos de derechos y de emancipación en nuestra escuela. Como Trabajadores de la Educación sabemos que el “capital” más importante en este complejo mundo del SXXI es el conocimiento y la cultura, y que como todo capital se encuentra desigualmente distribuido (…)
Entonces resulta interesante preguntarse ¿Cuáles son las relaciones entre lo universal de la cultura pedagógica, lo particular de nuestra cultura escolar y lo singular de cada una de las modalidades de educación? ¿Cómo articular una pedagogía que contemple nuestras realidades culturales, étnicas y materiales nacionales como continentales? (…)
En primera instancia debemos tener presente que abordar el área que nos ocupa desde una posición dialéctica de la educación y la sociedad, nos lleva a valorar el rico manantial de la obra educativa y el ideario pedagógico latinoamericano a partir de una mirada crítica y comprometida con nuestras particularidades, coincidencias y diferencias. Surge así el problema de constituir una “auténtica” y “legítima” pedagogía latinoamericana que contemple una nueva educación antiautoritaria, democrática, integral, liberadora y americanista (…)
Por otra parte, es necesario considerar (…) que el sistema educativo, también sometido a desarticulación por las políticas neoliberales, se encuentra hoy en pleno proceso de reconstrucción y mira al mundo del trabajo con los interrogantes que provocan los universos que se muestran en constante transformación: ¿Puede acompañar la escuela la velocidad de los cambios del mundo actual? Este Universo que se nos presenta fragmentado, diverso, complejo y cambiante y que a primera vista resiste el agrupamiento en dos racionalidades distintas: una racionalidad educativa y una racionalidad productiva (…)
Surge así, una dinámica de construcción pedagógica y social de un pensamiento y una modalidad educativa de formación para el mundo del trabajo, la cual históricamente estuvo acorde con los requerimientos políticos y económicos nacionales de una formación educativa en clara connivencia con los modelos coloniales impuestos en determinadas coyunturas por nuestras propias clases dominantes. Un pensamiento, y en oportunidades una serie de experiencias escolares, que legitimaron el orden social imperante, al tiempo que pronto también fueron puestas en duda. Ya que, hoy como ayer, nuestros procesos nacionales y continentales educativos necesitaron y necesitan ser analizados con la finalidad de romper dicha tradición para hacer un pensamiento y una acción propia que contemple a nuestros pueblos, nuestras realidades, contradicciones y potencialidades. Pues creemos que solo así podrán romperse los pálidos reflejos oligárquicos y coloniales de cambios de las estructuras económicas, por nuevos modelos democráticos de desarrollo social y cultural, no ajenos a nuestras realidades materiales y necesidades nacionales como continentales (…)
También la cultura está en profundo cambio y movimiento. Lo que hasta ayer pretendían ser verdades irrefutables, hoy son reemplazadas y desestimadas por otras donde prevalecen valores colectivos y solidarios. Hoy estamos en debate, intercambiando visiones sobre un mismo hecho que nos pone como protagonistas de nuestra historia, estamos construyendo y transformando caminos. El estado presente genera las condiciones de acceso a los bienes simbólicos, las condiciones de creación y producción de bienes culturales (…)
Por lo tanto la educación, dentro del contexto del Movimiento Pedagógico Latinoamericano, está signada por avances innegables y a la vez, no está exenta de obstáculos, dificultades, tensiones y contradicciones. La praxis docente, en donde la interpretación debe servir como guía para la acción transformadora, que pone en movimiento procesos de pensamiento complejos y críticos, constituye un campo excelente para una construcción teórica de la pedagogía emancipadora, que nos permitirá pensar en una tarea que no es otra cosa que una construcción permanente, redefiniendo los marcos de pensamiento heredados de una posición colonial (…)
El objetivo de trabajo será entonces, generar aportes para el debate pedagógico situado en una concepción de pensamiento latinoamericano que rescate la historia emancipatoria en lo político, formulando ideas y acciones que den cuenta de un proceso en construcción, abierto e inacabado. Nuestro rol será construir otro sentido para un nuevo orden y no para un disciplinamiento social (…)
Debemos generar marcos teóricos que permitan pensar nuestras realidades de manera independiente, buscando democratizar el conocimiento. Enfrentarse a un pensamiento liberado y categorías de análisis novedosas e influyentes, es un hecho creador y revolucionario, que exige de un particular esfuerzo interpretativo, para dejar atrás el pensamiento colonizado por uno emancipador (…)
La transformación de una realidad no es tarea de un solo actor, por más fuerte, inteligente, creativo y visionario que sea. Ni los actores políticos y sociales, ni los intelectuales pueden llevar a buen término esa transformación. Es un trabajo colectivo, y no solo en el accionar, sino también en los análisis de esa realidad, y en las decisiones sobre los rumbos y énfasis del movimiento de transformación (…)
Avanzando sobre la sindicalización hacemos posible una pedagogía emancipadora, ése es el lugar desde donde pensamos nuestra práctica. Nos encontramos inmersos en una espectacular batalla cultural, donde la lucha es por el sentido de la EDUCACION. En esta línea de trabajo, la educación en la Memoria y los Derechos Humanos constituye un aporte fundamental para la construcción de una nación justa, equitativa, económica y socialmente desarrollada, y habitada por ciudadanos activos cuya responsabilidad se alimenta también a partir de reconocerse como partícipes de un pasado común (…)