El Jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta, salió a hacer campaña por los medios con el argumento de la reforma educativa. Más allá de las obviedades y banalidades que recita ante las cámaras y que sólo demuestran que no tiene la menor idea de lo que pasa en las escuelas, el Gobierno de la Ciudad no está en condiciones de plantear ninguna reforma después de haber dedicado toda su gestión a reducir el presupuesto educativo. La misma fuerza política que intentó cerrar las escuelas nocturnas y hasta una sala de un jardín maternal viene a proponer una reforma educativa. Mientras la propaganda dice que ha construido 54 escuelas nuevas, la realidad muestra el intento de cerrar las que ya existen y la falta de vacantes que se agrava año a año. De las que dice haber terminado, la mayoría ya existían. Se trata de ampliaciones, refacciones o traslado de edificio. Otras son escuelas fantasmas. Detrás del cartel de obra hay un terreno baldío. Una vez más, Larreta prefiere gastar en publicidad a invertir en educación. Ese es su orden de prioridades.
Las necesidades educativas de la ciudad de Buenos Aires no son las del marketing y para el conjunto de la comunidad están absolutamente claras. Necesitamos recuperar la inversión en educación que bajó del 30 al 17 por ciento en los últimos 13 años. Esto va a permitir que haya vacantes para todos los que eligen la escuela pública y podamos revertir la situación en que decenas de miles de niños y niñas son dejados afuera por la gestión macrista. Necesitamos garantizar la seguridad alimentaria de todxs lxs estudiantes de la ciudad puesta en riesgo por las políticas del gobierno de Cambiemos. Por más que Larreta no se haga cargo y prefiera hablar como un intendente que sólo hace veredas y arregla plazas, en su condición de Jefe de Gobierno, es cómplice del hambre que pega con fuerza en las escuelas. Necesitamos una educación con centralidad en el conocimiento y no en los comedores. Pero a la vez, sabemos que con hambre no se puede estudiar.
Si no lograron cerrar escuelas, ni sacarle la comida a lxs niñxs, si no pudieron aplicar una reforma que buscaba eliminar el quinto año de la secundaria para mandar a los jóvenes a las empresas como mano de obra gratis, si no consiguieron terminar con los 29 profesorados fue gracias a la resistencia de familias, docentes y estudiantes.
Desde la Unión de Trabajadores de la Educación estamos convencidos de que hay mucho para mejorar en educación. El primer paso para ello debe ser terminar con un gobierno que la ataca sistemáticamente y ponerla como prioridad tanto en lo político como en lo presupuestario.