Una escuela que hace agua

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Página 12 / 20.10.2015. La escuela Carlos Mugica de la Villa 31 es un galpón en el que cursan chicos de jardín, primaria y media. UTE presentó un recurso de amparo para que el gobierno porteño cambie de edificio y una medida cautelar para que haga habitable el galpón.

El patio de la escuela Carlos Mugica número 6 del Distrito Escolar 1 del barrio de Retiro se transforma en un estanque de varios centímetros de profundidad con cada lluvia. El agua acumulada llega a tapar la gran cantidad de tableros eléctricos con cables sueltos que asoman por los zócalos y las paredes de la escuela. Tras varios pedidos para solucionar esta situación que los pone en riesgo, los integrantes de la comunidad educativa organizaron una radio abierta en conjunto con la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera) para denunciar las condiciones en las que se dictan clases y anunciar que presentarán un recurso de amparo que exija al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires una “solución inmediata y concreta” al reclamo.

En diálogo con Página/12 Marcelo Parra, secretario del nivel medio de UTE, explicó que “la actividad tuvo como objetivo denunciar el estado de la escuela y anunciar la presentación en estos días de un recurso de amparo” para que se consiga un “nuevo edificio que garantice el derecho a la educación de los jóvenes en condiciones dignas”.

En el marco de esa presentación, la comunidad educativa anunció el pedido de una cautelar “por las condiciones edilicias. No podemos esperar a que se consiga otro edificio porque el sistema de red eléctrica está en pésimas condiciones, además llueve y se inunda todo”, manifestó Parra.

El dirigente gremial agregó que es necesario un “edificio que esté pensado como establecimiento educativo, porque el lugar en el que está el colegio era originalmente un obrador para un hospital aeronáutico”, explicó Parra. En ese obrador, que consiste en “galpones gigantes en los que se dictan clases hace 25 años, funcionan un jardín, una escuela primaria y una media que alojan todos los días a 300 chicos” añadió Parra.

El edificio “tiene problemas graves de instalación eléctrica y muchos cables pelados. Como medida provisoria se intentó reparar el techo pero el agua se sigue filtrando e inunda todo el lugar. Además, no hay calefacción ni ventilación, los baños están en muy malas condiciones los pisos son de cemento y están muy desgastados”, relató el representante gremial.

“Otro problema del terreno en el que está la escuela es que nadie sabe decir a quien pertenece. Algunos dicen que al Poder Judicial, otros que donde está la escuela es el trazado de una calle pero el predio está en muy malas condiciones. Por eso el pedido es para que se construya una escuela nueva en un terreno que pueda proveer educación”, concluyó Parra.

Walter Larrea es delegado gremial por la escuela y preceptor de nivel medio. En diálogo con este diario explicó que esta situación “se viene arrastrando hace mucho tiempo y se hace muy difícil sostener las clases en estas condiciones”.

“La escuela está en las calles Letonia y Antártida Argentina. Queda justo frente a la terminal de ómnibus, atrás de los Tribunales de Comodoro Py”, explicó Walter Larrea y agregó que “las luminarias de ese lugar no andan, por lo que quienes se retiran del turno vespertino a las diez de la noche lo hacen en total oscuridad”.

Dadas las malas instalaciones eléctricas, es común que “salten las fases en verano y no haya ventiladores. Por la falta de mantenimiento de las estufas, las clases se dan en invierno sin calefacción”, expresó Larrea. Según el delegado, en el patio “se forma una gran pileta en podríamos dar clases de natación si no fuera porque tiene cables sumergidos en ella”, ironizó. Es por esto que “pedimos soluciones inmediatas al gobierno porteño que controla a los trabajadores de una forma policial pero no manda gente a controlar las condiciones de la escuela”, resaltó Larrea.

Los 300 chicos que asisten al establecimiento son todos de la villa 31, “a 20 cuadras hay colegios como el Lengüitas que están en muy buenas condiciones edilicias y tienen aire acondicionado. Estas situaciones nos hacen pensar que quizás el Gobierno de la Ciudad considera que para los chicos de la villa un galpón como escuela está bien”, agregó.

La comunidad educativa requiere “un edificio nuevo acorde a los ingresos que tiene la Ciudad. Consideramos que estos chicos que son los más postergados necesitan buenas condiciones para salir adelante. No puede ser que también vean vulnerado el derecho a estudiar que el Estado porteño debería garantizarles”, agregó.

Además, Larrea denunció que paralelamente el “macrismo redujo el presupuesto educativo y lo trasladó a escuelas privadas. Esto habla de la forma de gestión que tiene el PRO”, reflexionó.

Los chicos de esta escuela “pertenecen a los sectores más postergados y casualmente, la semana pasada el plan de urbanización de la 31 que alcanzó a sesionar fue rechazado por el PRO por lo que no se trató. No se urbaniza y no se toma en consideración el peligro que corren los estudiantes”, señaló Larrea. Los chicos tienen “muchas habilidades y se esfuerzan mucho, pero la ciudad los castiga por el lugar de donde vienen”, explicó.

El representante destacó que “la directora ha realizado un montón de notas” advirtiendo al gobierno porteño sobre las precarias condiciones edilicias pero hasta el momento no han “tenido respuestas satisfactorias”, y que las soluciones que se les brinda son “parches insuficientes”.

Nahuel Berguier, abogado que lleva adelante la causa y también educador, manifestó que “de manera cautelar y totalmente urgente”, a través del amparo se exige al Gobierno de la Ciudad que “brinde de manera inmediata soluciones concretas vinculadas con la electricidad y los canales de agua para que no se generen inundaciones más graves”.

El reclamo y el amparo fueron anunciados ayer en una radio abierta realizada en el colegio. En la actividad participaron padres, docentes, estudiantes, representantes de la Federación de Estudiantes Secundarios, delegados de UTE de la escuela, representantes de organizaciones barriales, asesores de algunos legisladores porteños y el propio Centro de Estudiantes de la escuela Carlos Mugica.

Informe: María Fernanda Rezzano