La docencia insiste en que el gobierno porteño dé marcha atrás con la apertura de escuelas
Entre anuncios de adelantamiento del calendario escolar 2021 y al menos cinco casos de contagio en escuelas porteñas, la ministra Soledad Acuña expresó su voluntad de sumar a partir de noviembre a los y las estudiantes de sala de cinco, primer grado y primer año de la escuela secundaria. «Nos parece totalmente una locura», dijo María José Gutiérrez, secretaria de nivel inicial de la UTE.
La obstinación del gobierno porteño por avanzar en la apertura de escuelas parece no tener fin. En las últimas horas, la ministra Soledad Acuña terminó de confirmar algo que ya había adelantado días atrás en relación al adelantamiento del calendario escolar que proyectan para el año que viene, donde aclaró también que vienen trabajando en un esquema ciento por ciento presencial para ese entonces. La propuesta consiste en iniciar el ciclo lectivo 2021 el 17 de febrero, dos semanas antes de lo previsto originalmente, y aún resta escuchar la opinión de su par a nivel nacional Nicolás Trotta, que seguramente se posicione en la reunión que mantendrá esta semana el Consejo Federal de Educación. Sin embargo, algunos días atrás, entre contagios que empezaban a multiplicarse en las escuelas y fuertes críticas de la comunidad educativa, Acuña también planteó sus intenciones de avanzar con el proceso de «revinculación pedagógica» incorporando a los y las estudiantes de sala de cinco, primer grado y primer año de la escuela secundaria. «No entiendo esta revinculación, no entiendo por qué, casi ya terminando el año, nos convocan a las escuelas de esta manera», plantea Paola Cuaglia, docente de primer grado de una escuela del Distrito 10.
Cuaglia cuenta que una de sus hijas tiene asma y teme por el posible regreso presencial a las escuelas por el riesgo que esto podría significar para ella y su entorno. «Lo único que lograron con todo esto fue preocuparnos», apunta. La docente de primer grado cuestiona además la idea de «revinculación» que propone el Gobierno de la Ciudad como argumento para volver a las escuelas. «Los chicos y las chicas están vinculados, mis alumnes tienen clases y la invito a la ministra a que venga a participar de estos Zoom. Me encantaría que vea cómo solas, con mis compañeras de la escuela, pudimos armar lo que armamos hoy y lo estamos sosteniendo», sostiene Cuaglia.
Ella cuenta que en su escuela séptimo grado nunca retornó por decisión de las familias y de la comunidad educativa en su conjunto: «Consideran que no están siendo cuidadas, que no están cuidando a sus hijes y que la responsabilidad al firmar esa autorización que les dan, queda en manos de las familias». Ahora, con los últimos anuncios, desde la escuela decidieron enviar una encuesta a las familias para consultarles sobre el retorno a la presencialidad y aproximadamente el 70 por ciento de las familias se manifestaron en contra. «Esperemos que en estos días las familias tomen conciencia y apelamos a ellas para el cuidado de nuestra salud, esperamos también que la ministra (Soledad Acuña) dé marcha atrás con la vuelta de primer grado», dice.
Jorge Adaro, secretario general de Ademys, habló también con El Grito del Sur al respecto y opinó: «Cada vez está más claro que el propósito de lo que hacen se puede buscar por muchos lados menos por el de suponer que Acuña, Larreta y el gobierno porteño en general tienen algún tipo de preocupación por los alumnos y alumnas». El representante de uno de los dos gremios más importantes de la Ciudad apunta también contra el ministro Nicolás Trotta por haber avalado los protocolos aplicados por el Ejecutivo porteño y que confirmaron en los últimos días lo que docentes y familias advirtieron desde un primer momento: cinco casos de COVID, cuatro auxiliares y una docente, en escuelas que abrieron sus puertas. «Los casos que han aparecido no son una sorpresa, tampoco hay que ser muy brillante para entender que es una consecuencia directa de la implementación de estas políticas», asegura. Y agrega: «Lo grave, más allá de los contagios, está en que el gobierno oculta la información», en relación a los últimos dos casos que se se ocultaron durante varios días.
Desde Ademys, así como también desde la UTE, vienen trabajando en dos direcciones: por un lado, a través de las medidas de fuerza gremiales que amparan a sus trabajadores y trabajadoras y, por otro lado, entablando canales de diálogo directos y constantes con las familias, algo que vienen sosteniendo desde el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Para esta semana, ambos sindicatos llaman a un paro y/o retención de actividades, y Ademys convoca además para este miércoles a una caravana para expresar su profundo rechazo a las medidas anunciadas e implementadas por el Ministerio de Educación y el Gobierno de la Ciudad. Ésta será la continuación de caravanas previas que han realizado a la Jefatura de Gobierno e incluso al Palacio Pizzurno. Su idea -según contó Adaro a este medio- es también recorrer los barrios visibilizando sus reclamos y reforzando la comunicación con las familias.
Uno de los puntos más controversiales, dentro de un tema que genera polémica en la comunidad educativa, es la propuesta de que los niños y las niñas de cinco años vuelvan a los jardines, aplicando el mismo protocolo «burbuja» que vienen utilizando en las escuelas primarias y secundarias que se abrieron. Las autoridades porteñas plantean que niñes de cinco años permanezcan en grupos de máximo ocho personas, con dos docentes al frente y sin poder tener contacto estrecho con sus compañeros y compañeras. «Es descabellada la idea de formato de burbuja para niñes de sala de cinco, donde los tenés que tener sentados, en círculos de ocho niños y niñas, con dos docentes, sin poder tener contacto con materiales, sin que puedan traer un juguete de la casa, sin poder vincularse. Los que estudiamos y trabajamos en el nivel inicial sabemos que una de las cosas más importantes a nivel pedagógico es el vínculo y el contacto con los pibes», explica María José Gutiérrez, secretaria de nivel inicial de la Unión de Trabajadores de la Educación.
La maestra de nivel inicial aseguró que le parece una «locura» la propuesta del Ejecutivo de Horacio Rodríguez Larreta y plantea que, si se abren las escuelas, crecerán los contagios y se generará un peligroso circuito de circulación del virus. «Las escuelas ediliciamente no están preparadas y los materiales de bioseguridad sabemos que no los van a mandar porque ya lo vivimos con la entrega de los bolsones», denuncia Gutiérrez. Critica además que no fueron capacitados y capacitadas para el contexto socioeducativo que propone la administración porteña y que no es tarea de los y las auxiliares tomar la fiebre de estudiantes y docentes al ingresar a la escuela.
El jueves pasado se realizó una prueba piloto en un jardín de infantes, donde estuvo presente la ministra Acuña, la directora del área, Adriana Basualdo, el director general de Educación, Fabián Capponi y el jefe de Gobierno, Rodríguez Larreta. En total asistieron al lugar seis niñes, de una matrícula de 200 estudiantes. Esto no es un hecho aislado, sino que tiene relación directa con lo descrito por Paola Cuaglia sobre su escuela. Son numerosos los casos en que los esquemas de «burbuja» no se han puesto en práctica por decisión de las familias y docentes. Incluso hubo casos en los que el o la docente se presentó a la escuela pero no asistió ningún estudiante, o fueron apenas uno, dos o tres como mucho.
La secretaria de UTE en el nivel inicial tiene una hija en primer año en el colegio Mariano Acosta y cuenta, con una mezcla de angustia y preocupación, el temor que tiene a que ésta vuelva a la escuela por el riesgo que representa para su madre, con quien convive. «Nos estamos cuidando para cuidar a nuestros viejos principalmente y para cuidarnos todos, si no tenemos los cuidados necesarios y las escuelas no están preparadas es imposible frenar esto», afirma. «Yo convivo con mi mamá y no mando a mis hijas a la escuela para que después vengan a matar a mi mamá», cerró contundente María José Gutierrez.