Rechazo a las políticas sanitarias y educativas basadas en la neurociencia

Bandera-Especial

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La Secretaría de Educación Especial de la UTE expresa su profunda preocupación frente a los avances de las neurociencias, tanto en el ámbito de la  educación, como en el de la salud.

Este avance se hace evidente en las políticas públicas que impulsan leyes como la «Ley de dislexia» o la inclusión en el presupuesto de salud 2017 de la Ciudad de Buenos Aires de una partida  para financiar un Polo de neurociencias con eje en el Hospital Borda y  Moyano.

Además, detrás de todo ello se encuentra el neurólogo Facundo Manes, titular de la Fundación INECO (Instituto de Neurología Cognitiva), asesor de la gobernadora María Eugenia Vidal y posible candidato el año que viene.

La preocupación se fundamenta en que dicho enfoque reduce a determinaciones neurobiológicas, complejos procesos involucrados en la constitución de la persona, patologizando muchas veces dichos procesos constitutivos.

Cuando se centran todas las determinaciones en lo biológico, se dejan fuera procesos de constitución subjetiva, procesos singulares de construcción de los conocimientos, la inserción en prácticas sociales desiguales, la responsabilidad de la institución escolar y las propuestas pedagógicas. (Bleichmar, S., 2000; Janin ,B2004, 2011)-.

La realidad evidencia que las prácticas basadas en concepciones biologistas terminan recurriendo a la medicalización como principio y fin de la acción terapéutica. Dicha acción se  sustenta en una conceptualización fragmentada de la persona, como conjunto de conductas de base netamente biológicas, que pueden ser modificadas por la acción farmacológica y la reeducación conductual.

En este sentido el avance de las neurociencias y su mirada sesgada sobre la complejidad de la persona humana, permite que se instalen concepciones deterministas, que dan apertura al darwinismo social justificando así la dominación, la desigualdad, la esclavitud y el colonialismo. Reducen al ser humano al estado de máquina, medicalizando como acción reparadora, biologizando así el sufrimiento psíquico borrando la mirada de las determinaciones intersubjetivas.

También desestiman el deseo y el pensamiento dado que reducen toda acción humana a una conducta de base netamente neurobiológica, desestimando a la sociedad como productora de subjetividades.

Esta concepción «científica» e ideológica  permite la intromisión del individualismo y la meritocracia, dado que los «éxitos» o «fracasos» solo dependen de las condiciones individuales permitiendo y justificando la exclusión basado en el principio de la supervivencia del más apto.

Es por estas razones que rechazamos toda política pública, que apunte a sostener y profundizar miradas y acciones que reduzcan a la humanidad a meros objetos mercantilizables.

El estado debe sostener y ampliar derechos humanos no limitarlos y mercantilizarlos.