Por Mariano Denegris y Eduardo López, Secretario de Prensa y Secretario General de Ute-Ctera Capital.
11.07.2014. Primer acto: El Gobierno de la ciudad anuncia en numerosos medios de alcance nacional el plan Terminá la Secundaria. No es sólo un imperativo. Es una promesa para todos los habitantes del país de que podrán obtener a distancia un título válido de estudios secundarios.
Segundo acto: Preguntas lógicas. El plan promocionado, ¿tiene validez nacional? ¿Fue aprobado por el Consejo Federal de Educación? ¿Cuál es la diferencia con los distintos planes nacionales o provinciales existentes que requieren instancias presenciales?
Tercer acto: El Consejo Federal de Educación, con representación de los ministros del área de las 24 jurisdicciones del país, rechaza la propuesta porteña por falencias normativas y pedagógicas.
Anivel nacional existen experiencias de finalización del nivel medio como el Plan Fines, desarrollado por el Ministerio nacional junto con los provinciales y tiene validez federal. Asu vez, las jurisdicciones programas propios, con incumbencia dentro de cada territorio. ¿Cuál es el motivo, entonces, que llevó al gobierno citadino a apresurarse y hacer propaganda de un plan antes de que sea considerado en el organismo institucional correspondiente? ¿Qué explica esta tendencia obstinada hacia el papelón?
Es evidente que sus propuestas educativas sólo obedecen a fines publicitarios. El anuncio ya fue replicado en los grandes medios de comunicación; lo demás poco importa para la política reducida al marketing. Detrás de cada anuncio sobre educación de la gestión macrista hay el mismo vacío. Desde el Instituto de Evaluación a la Inscripción en línea, el PRObusca que el rebote del impacto publicitario quede repicando en los imaginarios más allá de la efectividad de las políticas de gobierno. Yen cada medida, además, se cuela, inevitable, su ideología pintada de amarillo. Aveces, como en la evaluación, su concepción mercantilista de la educación emula al fracasado modelo chileno. Otras, como la inscripción on line, intenta destruir el vínculo entre la familia y la escuela. En este caso, su visión centralista de la Argentina, donde la Ciudad sería el único centro cultural y pedagógico, al extremo de ni siquiera llevar su propuesta al diálogo con los otros gobernadores y ministerios provinciales.
Lo rechazable de la propuesta no es la educación a distancia ni los programas interjurisdiccionales sino el hecho insólito de jugar con las expectativas ciudadanas sobre la finalización de los estudios con el propósito, apenas disimulado, de instalar un candidato nacional.