El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, retomó la bandera de la reforma educativa para salir a hacer campaña en los medios de comunicación que lo hacen sentir a gusto. Allí repite consignas vacías y enumera inauguraciones de escuelas que ya existían o que están donde hay baldíos o patios de comida.
El camino que va de las palabras a los hechos deja ver que cada frase de Larreta forma parte de una catarata de banalidades publicitarias disparadas para tratar de esconder una realidad: que desde que el macrismo asumió el Gobierno porteño redujo de manera constante y sostenida el presupuesto educativo a razón de un punto por año.
Para Larreta la educación es un “gasto” que debe ser recortado sin importar que haya miles de niñxs sin vacante, problemas de infraestructura, reducción de las raciones y la calidad de los alimentos en los comedores escolares y docentes con salarios por debajo de la línea de la pobreza.
El macrismo no gobierna para el Pueblo. Por eso la única reforma educativa que intentaron sin éxito era la que pretendía eliminar el quinto año de la secundaria para mandar a lxs jóvenes a empresas amigas como mano de obra gratuita.
No contaba con una comunidad educativa movilizada que le impidió imponer esa política y que también frenó el cierre de las secundarias nocturnas, del lactario del Ramos Mejía y de los 29 Profesorados.
Larreta retoma el discurso de la reforma educativa la misma semana que su mayoría automática en la Legislatura porteña votó el esponsoreo de empresas a organismos públicos, entre ellos, escuelas y hospitales.
La reforma necesaria en la Ciudad es la que permita recuperar la inversión en educación para garantizar vacantes para todxs, la seguridad alimentaria de nuestrxs estudiantes y la centralidad en el conocimiento, principal objetivo de la Educación.
* Es secretario General de Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y Gremial de CTERA.