Eduardo López, secretario General de la CTA de la Ciudad y secretario general adjunto de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), es uno de los dirigentes que convocó a movilizar esta tarde a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, para reclamarle al máximo tribunal “respeto a la Constitución y a las leyes”. López sostuvo que “esta Corte es la que, en plena pandemia, dijo ‘vayan a dar clases’, y producto de esa decisión hubo 35 docentes fallecidos”.
Sobre el escándalo de la “Gestapo” contra los gremios que pidió un funcionario de María Eugenia Vidal durante su gobernación en la provincia de Buenos Aires, el maestro sostuvo que “es la prueba fehaciente de que la herramienta clave en defensa de los trabajadores son los sindicatos, porque eso es lo que quisieron destruir”.
En su balance del año que termina, López pidió profundizar el mandato popular expresado en el voto que en 2019 llevó al Frente de Todos a la Casa Rosada: “Hay crecimiento pero no hay distribución. Hay que pelearse con algunos intereses. Se perdió mucho tiempo intentando consensuar con quienes no lo quieren hacer”. También se refirió a la relación de un sector del oficialismo con Horacio Rodríguez Larreta: “El ‘amigo Horacio’ ya no es tan ‘amigo’”.
“Esta Corte Suprema es la que, en plena pandemia, dijo ‘vayan a dar clases’, y producto de esa decisión hubo 35 docentes fallecidos”.
– ¿Cuál es el objetivo de la movilización a los tribunales de Retiro?
– Exigirle respeto a la Constitución y a las leyes, porque consideramos que está tomándose atribuciones por fuera de ese marco. Además, se cumplen 20 años de la movilización histórica de los abogados laboralistas a la Corte Suprema que presidía Julio Nazareno, pidiéndole esto mismo. Fue, justamente, el 28 de diciembre del 2001 y fue el puntapié para la destitución de aquella Corte. También estamos recordando eso.
– ¿Esta movilización es una señal de apoyo al gobierno nacional? ¿O también puede entenderse como parte de las disputas internas que vive el frente, en este caso, sobre cómo actuar respecto del Poder Judicial?
– Cuando vemos una injusticia, movilizamos. Cuando nos quitaron la paritaria nacional, fuimos a la Casa Rosada en la Marcha Federal Educativa. Cuando sacaron el 2×1, fuimos a Plaza de Mayo. Cuando quisieron hacer la reforma laboral, fuimos al Congreso. Y cuando vemos que hay atropellos en la justicia, vamos a la Corte Suprema. Cuando los trabajadores consideramos que uno de los tres poderes incumple o nos ataca, nos movilizamos para expresar nuestro descontento. Después, cómo lo interpreta cada uno de los estamentos gubernamentales, ellos sabrán. Defendemos los intereses de nuestros representados con autonomía. Por supuesto, no es lo mismo un gobierno que quiere formar una “Gestapo” para destruir a los sindicatos que uno que intenta ayudar a la organización de los trabajadores. Y esta Corte Suprema es la que, en plena pandemia, dijo “vayan a dar clases”, y producto de esa decisión hubo 35 docentes fallecidos. Esos cuatro granujas que están ahí y que por Zoom decidieron que vuelvan 300.000 docentes tienen que tener un límite. El límite se lo ponen la Constitución y las leyes, y si no lo cumplen, lo pone el pueblo en la calle, como fue siempre. “¿Por qué hacen lo que hacen? Porque pueden”. Esa es una frase muy buena de Roberto Caballero. ¿Y cómo construye un trabajador la relación de fuerzas para que no puedan? Movilizando.
“No es lo mismo un gobierno que quiere formar una ‘Gestapo’ para destruir a los sindicatos que uno que intenta ayudar a la organización de los trabajadores”.
– ¿Qué lectura hace del escándalo del pedido de una “Gestapo” contra los gremios por parte de un funcionario bonaerense en la gestión de Vidal?
– Que está claro que el sueño del oligarca es un mundo sin sindicatos. Y por eso hay que afiliarse, hay que construir los sindicatos, que son la herramienta que tenemos los laburantes. El lawfare empieza desde el primero de mayo de 1886, sigue con la Semana Trágica, sigue con la Patagonia Rebelde. Lawfare hubo siempre; esos acuerdos con el Poder Judicial que ejecutó a Sacco y Vanzetti, que ahorcó a los mártires de Chicago. Siempre el Poder Judicial, los medios, el poder económico y la derecha política atacaron a los sindicatos. Esto último que pasó es la prueba fehaciente de que la herramienta clave en defensa de los trabajadores son los sindicatos, porque eso es lo que quisieron destruir.
– Yendo al plano nacional, ¿cuál es su balance de este 2021 tan complejo?
Hay una deuda social y económica, y hay una muy buena política de cuidados y tratamiento de la pandemia con las vacunas. En la deuda están las expectativas del pueblo en el salario, el poder adquisitivo, el precio de los alimentos. En algunos casos se le pudo ganar a la inflación, en otros no, pero en ninguno se recuperó lo perdido, y lo que perdimos en estos últimos cinco años es muchísimo.
– ¿A qué atribuye esas deudas? ¿A lo imprevisible de la situación? ¿A errores de diagnóstico? ¿A falta de contundencia en la disputa con ciertos sectores?
– Creo que se perdió mucho tiempo intentando consensuar con quienes no lo quieren hacer, y que hay que cumplir con las expectativas del voto popular, para lo que hay que pelearse por algunos intereses. Me parece que el Gobierno está en esa disyuntiva. Yo, como soy simplemente un sindicalista, no la tengo. Creo que hay que confrontar con los que suben los precios de los alimentos, y por eso marchamos a las oficinas de Funes de Rioja. En este balance de la Argentina no es que todos perdimos: hubo gente que ganó mucha, mucha guita, muy poca gente, y hay personas que perdimos o empatamos pero estamos mal. En los últimos cinco años bajamos cinco pisos, quizás podemos decir que este año no bajamos ninguno, pero seguimos en el subsuelo. Si te acostumbrás, es malo; no acostumbrarse implica que hay que pelear para subir, y hay gente que te pone los pies en la cabeza: el poder económico, financiero, nacional e internacional. Con eso hay que pelear. No hay otra alternativa. Nosotros lo vivimos cuando nos exponían al virus y al negacionismo el Ministerio de Educación de la Ciudad y el de la Nación de aquel entonces, cuando lo único que hacía Nicolás Trotta era sacarse fotos con Soledad Acuña. En toda elección, en toda sonrisa, en toda foto de consenso, hay gente que se queda afuera.
“En los últimos cinco años bajamos cinco pisos, quizás este año no bajamos ninguno, pero seguimos en el subsuelo. Si te acostumbrás, es malo; no acostumbrarse implica pelear para subir”.
– Más allá del tiempo perdido, ¿están dadas las condiciones, los recursos, para que se profundice otro rumbo si se toman las decisiones adecuadas?
– Claro, tenemos todo. Tenemos 10 puntos de crecimiento del PBI, pero nuestros bolsillos no crecieron 10 puntos. Hay que emparejar eso. La plata está, pero mal distribuida. Ahora, estaríamos en más problemas si la Argentina no crecía. Y empezamos a movilizar, que es otra buena noticia. Entonces, primero, hay crecimiento, y más de lo que esperaba cualquiera, pero no hay distribución. Y segundo, empezamos a movilizar. O sea, hay plata y hay calle para pedirla. Y hay contexto internacional, con un retroceso clarísimo del neoliberalismo en América Latina: Chile, Perú, Argentina, México, y preparate para Colombia, Bolivia, Brasil. Entonces, tenemos plata, movilizaciones y un gobierno que hizo las cosas bien sanitariamente y que debe muchas materias socioeconómicamente. Pero eso se puede dar. Por supuesto, no va a ocurrir “naturalmente”, se va a dar si se profundiza la política, si se confronta con los dueños del poder, de la comida, de los alimentos, de los salarios. Y nosotros vamos a estar para fortalecer al gobierno en esa confrontación o para exigir que la lleve adelante.
– En el plano de lo educativo, ¿qué le están reclamando las y los docentes porteños al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta?
– Fuimos con Angélica Graciano, la secretaría general de UTE; y con Daniel Catalano, secretario general de ATE Capital, a presentar un pedido de entrevista a Rodríguez Larreta para que entregue el mismo bono que dieron la Nación y la Provincia: 20 mil pesos. A los maestros Larreta nos dios 4000 pesos a cobrar el 20 de enero, y 8000 para los estatales. Por supuesto, no hubo respuesta a nuestro pedido. Pero vamos a movilizar y a tomar las acciones necesarias. Hace años que en enero seguimos con los planes de lucha. Ellos se van de vacaciones, nosotros no.
– Para la dirigencia sindical de la Ciudad, el estilo de Rodríguez Larreta no es una novedad, mientras que a nivel nacional muchos y muchas se están desayunando con su forma de ejercer el poder. ¿Cómo ve esta “sorpresa” que para ustedes ya era evidente?
– Un poco, pasa lo mismo que pasó con Macri. Yo lo discutí antes del 2015 con los funcionarios nacionales que me decían “no, Macri es un fenómeno porteño sin base territorial que nunca va a llegar a presidente. Es un Isidorito Cañones que solo los porteños pueden tener”. Hay mucho blindaje y hubo cierto menosprecio hacia Macri, se lo desestimó, no se vio lo siniestro del personaje.
– ¿Y eso mismo pasó con “el amigo Horacio”?
– Tal cual. Pero parece que ahora ya los melones se van acomodando. Fue el único que no firmó el acuerdo fiscal. El “amigo Horacio” ya no es tan “amigo”.