Mujeres trabajadoras de la educación: desafíos y debates pendientes

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APU. Paco Urondo – Periodismo militante / En Género Post 08 marzo 2016

La Secretaria de género e igualdad de oportunidades de la Unión de Trabajadores de la Educación, Carolina Brandariz, reflexiona acerca del rol de la mujer en la educación.


Por Carolina Brandariz* 

El 8 de marzo es una buena oportunidad para reflexionar colectivamente sobre nuestra condición de mujeres por un lado, y de trabajadoras por otro. Probablemente en esta fecha suban las ventas en florerías, locales de indumentaria e, incluso, electrodomésticos, focalizando la conmemoración sobre nuestra condición de mujer. Sin embargo, en estas líneas quisiéramos ponderar la reflexión por sobre nuestra cotideaneidad los restantes días del año: nuestra relación con el trabajo. 

¿Cuál es la relación entre las mujeres y el trabajo actualmente? ¿Cuánto distan las condiciones de trabajo actuales de aquellas que dieron origen a la fecha, en el incendio intencional de la fábrica textil Compañía de Blusas El Triángulo donde fallecieron 146 trabajadores, mayoritariamente mujeres? ¿Cuáles son las diferencias de oportunidades y posibilidades que tienen los varones respecto de las mujeres para acceder a determinados trabajos en la actualidad? 

Vamos a comenzar por casa. Nuestro sector, la docencia. 

El censo docente del 2014 revela estos datos respecto de la relación educación – género. 

-Tres de cada cuatro docentes -de todos los niveles- son mujeres (el 77,7%).-

-La participación femenina caracteriza los niveles más bajos del sistema educativo nacional (educación inicial y primaria) y presenta mayor participación masculina en los niveles más altos (educación media, formación docente, formación técnico profesional).- 

Los datos del censo no incluyen un análisis respecto de los cargos de conducción y el género; sin embargo, la mayoría de los supervisores de los Distritos escolares del área primaria en la Ciudad de Buenos Aires, son hombres. Si bien no hay datos recolectados al respecto (y estarán pendientes), podemos inferir que el género también influye en la posibilidad de asenso entre los trabajadorxs. 

En la Ciudad de Buenos Aires, la feminización de los cargos correspondientes a los niveles más bajos del sistema educativo (inicial, primaria), incluyen también una diferenciación salarial histórica que se fue revirtiendo durante estos últimos cinco años, impulsado por el sindicato docente Ute/Ctera. Históricamente, los profesores de media -mayoritariamente hombres- trabajaban durante tres mañanas y cobraban lo mismo que las docentes de nivel inicial o primaria-mayoritariamente mujeres- trabajando todas las mañanas de la semana. Esto suponía que el salario de un hombre debía ser económicamente solvente para sostener el hogar, mientras que el salario que percibía una trabajadora mujer, era sólo el complemento del ingreso principal de la casa. Las transformaciones culturales fueron más rápidas que las propias del sistema educativo, sin embargo, hace unos años esto se ha comenzado a revertir. 

A su vez, muchas compañeras responden ante la pregunta por la posibilidad del asenso: «eso no es para mí», «yo prefiero el aula», como latiguillos habituales. Y es que así es, y no de otra manera. Muchas veces nuestras subjetividades, nuestras expectativas, nuestros deseos, entran al dedillo a las expectativas que la sociedad tiene para con nosotras. Y la falta de posibilidades y condiciones materiales se truecan en deseos que poseen un techo de cristal inmediatopara recuperar el concepto trabajado por Haydee Birgin. Según la reconocida abogada y socióloga feminista argentina, el techo de cristal se refiere a los obstáculos externos que impone la sociedad patriarcal, y a aquellos obstáculos internos -la cultura machista internalizada por las mujeres en su propia subjetividad- que impiden el desarrollo pleno de las mujeres en distintos ámbitos, entre otros, el laboral. 

La dificultad principal que se le presenta a las trabajadoras que quieren romper ese techo y ampliar sus deseos y sueños, es que coincide la franja etaria en la que las mujeres suelen ser madres con aquella en la que podrían dedicarle a sus estudios para llevar adelante la carrera de asenso. Entendiendo que la maternidad no suele ser únicamente el momento de dar a luz a una criatura sino que generalmente recae más sobre las espaldas femeninas la tarea inmensa y cotidiana de la maternidad. De esta desigualdad manifiesta, no está exenta la representación en los cargos directivos en los sindicatos docentes, ni la representación política en cargos ministeriales de gobierno. 

Ahora bien, antes del ahogo: ¿Cómo transformamos esta realidad desigual? Y la respuesta no es novedosa, ni mucho menos sencilla: dependerá de la organización popular que exija políticas públicas activas al gobierno nacional, con perspectiva de género. La organización será primero femenina y luego colectiva y popular, o no será nada. Pero, ¿podremos esperar políticas activas del actual gobierno nacional? 

Una supone que en algunas temáticas este gobierno intentará mejorar su imagen respecto de otras políticas y decisiones antipáticas que ha tomado: 18 mil despidos en el ámbito público, tope salarial entre un 20 y un 25% propuesto por el propio presidente (del cual la Ctera con organización, temple y firmeza ha logrado quebrar), represión en movilizaciones masivas, aumento de tarifas, mayor cobertura en el impuesto a las ganancias, pago a los fondos buitres y endeudamiento de próximas generaciones de argentinas y argentinos.

En estos apenas tres meses de gestión en el ámbito nacional, este gobierno ha oscilado en la convivencia entre la designación de Fabiana Tuñez al Consejo Nacional de las Mujeres (feminista respetada por el trabajo en la Casa del Encuentro en el seguimiento de casos y análisis estadísticos) y la detención ilegítima de una dirigente social como Milagro Sala  que hasta el prestigioso Zaffaroni ha caracterizado como un «verdadero secuestro legalizado».

La primera de las medidas no puede ser vista sino en su carácter técnico, de seguimiento de casos, pero no con la potencia de debiera tener o -que muchas mujeres esperamos que tenga- el Consejo Nacional de la Mujer. Será imposible entonces diseñar un política de género integral y coherente mientras una dirigente social y política, una mujer que condujo a una organización de humildes en la ampliación de sus sueños, una compañera que propuso la división igualitaria de género en las tareas, y el reconocimiento y tratamiento de casos de violencia contra la mujer en mencionada organización, siga injustamente detenida. 

No es exagerado decir que el gobierno nacional no podrá enarbolar la bandera de Ni una menos mientras Milagro Sala esté detenida. Sin embargo, éste será el primero de los reclamos que las Trabajadoras organizadas en la Central de trabajadores argentinos, levantaremos. Junto con una agenda amplia que incorpora Igualitarias condiciones de trabajo para hombres y mujeres, y la ampliación en la participación/representación de mujeres en cargos jerárquicos y en representación sindical y política. 

*Secretaria de género e igualdad de oportunidades de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE)