Entrevistamos a Angélica Graciano, flamante secretaria general de la Unión de Trabajadores de la Educación, que se impuso en las recientes elecciones con casi el 80% de los votos. Se convirtió así en la segunda mujer al frente del sindicato docente más grande de la Ciudad de Buenos Aires.
El barrio se había abierto recientemente y faltaban meses para que comenzara la noche más oscura de nuestro país con el golpe cívico militar. Angélica tenía 15 años y desde un conventillo de Lugano 1 y 2 pudo conocer lo que era una pileta de natación y una biblioteca gracias a la organización sindical que había vuelto a tomar protagonismo con el regreso de Juan Domingo Perón al país. Años atrás la habían pasado de jardín a primer grado prematuramente porque era muy inquieta y curiosa: “Los conventillos eran lugares pequeños y cuando fui a la escuela descubrí un montón de cosas que ahí no estaban disponibles”. Ese recuerdo le permitió entender que “cuando los chicos se portan mal hay que tratar de observar cuál es el contexto en el que se desarrollan”, y Angélica hizo de eso, justamente, una escuela de vida.
Aquella niña inquieta se convirtió en una adolescente que se fue acercando al trabajo social en una de las parroquias del barrio, para luego vincularse al grupo de Sacerdotes por el Tercer Mundo. De aquellos encuentros recuerda una reunión con Washington Uranga y su esposa donde íbamos construyendo una identidad cristiana con compromiso social. O sea que no era posible ser cristiano si no tenías una posición clara, política, respecto de lo que estaba pasando en ese momento”. Aquello le trajo muchos inconvenientes con sus padres que, en plena dictadura cívico-militar, no querían que su hija estuviera expuesta a esas actividades. Los últimos años de dictadura coincidieron con la definición de su vocación: “Quería ser maestra. Ya tenía bastante claro que lo que a mí me interesaba era lo social. No tenía claro que la militancia iba a ser sindical y política, pero sí tenía claro que había una dimensión política en la vida y en la forma de relacionarse con los otros que era claramente algo que había que cambiar”. Se anotó en el Magisterio, en el normal 3 de Bolivar y Cochabamba al que denomina el “magisterio plebeyo”, porque ahí “vamos todas las chicas de los sectores populares”. A los 4 meses de arrancar con el profesorado comenzó a trabajar como maestra en la Provincia de Buenos Aires. Ser maestra le abrió un nuevo mundo, por un lado, “el de las instituciones, y a su vez de descubrir junto con los pibes un montón de cosas que yo no conocía. Junto con la docencia pude entender un montón de cosas y también pude resignificar muchas cosas de mi infancia”. Luego descubrió una nueva faceta como maestra en la educación especial, un área donde faltaban maestras y en el que fue especializándose. Con el retorno de la democracia comenzó a vincularse con compañeros y compañeras que estaban conformando la Agrupación Celeste en la Capital Federal y empezó a acompañarlos a todo tipo de actividades.
“Yo siempre dije que mi peronismo es un peronismo barrial y emocional, porque no es que leía libros de Perón sino que vivía en Lugano 1 y 2, y no había otra forma”. Así comenzaron a captar compañeros/as aunque “era muy difícil decir que eras peronista, era un momento de auge del radicalismo”. Angélica recuerda que había que conversar mucho para que primero te conozcan, pero fundamentalmente había que ser buena maestra. “Para el sindicalismo es fundamental ser buena maestra, y generarte una referencia con las compañeras, de solidaridad sobre todo”, explica con absoluta convicción.
La “Marcha Blanca” fue un hito en la historia de la lucha sindical docente en Argentina, y para Angélica Graciano fue el momento trascendente de su formación político-sindical y así lo recuerda:
“Marchamos con Saúl Ubaldini y con todos los que nos acompañaban en ese momento, fue impresionante, eran asambleas de mil, dos mil personas, en auditorios en canchas, ahí se resolvían muchas cosas. A mí me tocaba ir a volantear a las puertas de mis escuelas y tenía que inventar algo para que no entren a trabajar. Mi papá me decía: “hay que ser violentas, hay que parar y no hay que dejarlas entrar” y yo le decía que no podíamos hacer eso, porque nosotras somos mujeres. Vino una compañera que, luego de 20 días de paro, me planteó que quería entrar a trabajar porque no le iba a alcanzar la guita para alimentar a su hijo. Estuvimos los 42 días paradas en las puertas de las escuelas tratando de sostener el paro. Las reuniones de la agrupación y esas gestas fueron muy formativas para mí, entendí todo. Entendí de qué lado estábamos, entendí contra qué había que luchar, lo que significa la escuela pública en la sociedad argentina. Entendí todo, fue un curso acelerado de 42 días”.
De aquella “gesta histórica que fue la Marcha Blanca”, Angélica sostiene que fue el momento en que “las mujeres irrumpieron en la escena pública, las mujeres docentes. Creo que eso fue un hito histórico que marcó absolutamente el sindicalismo”.
Luego de “la gloriosa gesta que fue la Marcha Blanca”, la Agrupación Celeste ganó el sindicato. Hacía poco más de un año que durante una reunión de la organización había ingresado Eduardo (Lopez), luego de una entrevista de rigor: “Nos contaron que iba a venir un muchacho… y bueno, el gancho. Y ahí nos conocimos, nos mandaban a volantear juntos… y bueno…”. A los pocos meses Eduardo López y Angélica Graciano comenzaron una relación de amor y compromiso sindical que puede verse reflejada en cada momento de sus vidas hasta la actualidad.
¿Qué le aportó Eduardo López a Angélica Graciano, y viceversa, como compañeres de militancia?
Eduardo es un muchacho muy formado, muy lector, y muy inteligente. Siempre tuvo una clara visión de la táctica y la estrategia política. El ya era militante partidario y yo venía más del campo social. Yo le aporté a la militancia una mirada quizás más encarnada, y creo que en ese encuentro se produjo un crecimiento mutuo. A mí siempre me gustó ser maestra, siempre estuve muy orgullosa de ser maestra, aunque después seguí estudiando un montón de cosas, para mí ser maestra fue lo que me cambió la vida. Y llevar la escuela en la piel es como que te permite ver las cosas de otra manera. Y con Eduardo fue un romance muy importante y nos casamos enseguida, el 17 de octubre de 1987. Y a partir de ahí yo entro a la facultad a estudiar psicología y Eduardo también, coincidimos en algunas materias. Creo que yo soy más sistemática y estudiosa y Eduardo se forma más en la propia acción de la reflexión y la lectura, tenemos distintas formas del conocimiento.
¿Cómo fueron estos 4 años de resistencia en la Ciudad de Buenos Aires?
La verdad que la Ciudad es un distrito muy difícil porque no tiene nada que ver con nuestro universo de pensamiento, con nuestro universo de interpretación del mundo. Y todas las medidas de los gobiernos están orientadas a fortalecer ese modo de ver el mundo, esa construcción de un poder dominante pero cultural. De una clase media que dice “a mí nadie me dio nada, yo todo me lo gané”, y vos decís: mirá, si acá no hay contexto vos no te podés ganar nada. Tus hijos no pueden ir a la universidad si no hay universidad pública, por más esfuerzos que hagas. Y la Ciudad de Buenos Aires se ocupa mucho y muy bien de consolidar este pensamiento de los sectores dominantes, por lo menos ser funcionales a ese pensamiento. Y en muchos casos vos escuchas cosas de quienes se asumen como de un sector dominante sin serlo, y adoptan la identidad de esos sectores dominantes. Creo que nosotros hicimos un gran trabajo, UTE es una herramienta de lucha increíble, muy potente, muy organizada y con una responsabilidad social y política muy importante. Eso nos pone en un lugar destacado, primero porque somos maestros y, aunque digan un montón de pavadas, los maestros seguimos ocupando un lugar importante en la sociedad. Pero segundo porque somos un sindicato que aunque nos hayan investigado, no han podido encontrar cosas oscuras en nuestra organización y eso también nos da mucho prestigio. Los embates del neoliberalismo contra las políticas en educación han sido permanentes. La Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se inscribió y compró PISA sólo para la jurisdicción. Eso te habla de una construcción política que te dice “somos la jurisdicción más grande, más rica e importante del país y le vamos a decir al resto, a los cabezas, que somos los mejores”. Y el sistema educativo de la Ciudad de Buenos Aires no lo conformó este gobierno, viene de hace un montón de años y tuvo muchos ministros y ministras progresistas, y los mejores académicos de la Universidad. Está todo hecho para que todos nosotros sintamos que sobramos, y que estamos de más, que estamos sentados en una mesa a la que no nos invitaron. Y nuestra tarea militante es decir: No. Nosotros estamos en la mesa que nos corresponde, tenemos la dignidad para luchar, pero además no sólo queremos estar nosotros, queremos que de nuestra mano entren los pibes y los jóvenes. Eso nos hace muy fuertes, iba a decir invencibles, pero casi. Nos da un marco de fortaleza que no tienen todos los sindicatos y todas las fuerzas políticas.
¿Qué significa el hecho de que seas una mujer al frente de una secretaría general?
Yo voy a asumir recién el 25 de marzo. Yo me defino como una maestra, militante de las causas populares y militante sindical. Yo fui militante toda la vida de UTE. Estuve en distintos lugares de representación del sindicato, estuve en la junta de clasificación, encabece la lista también, y encabecé la lista de la junta de disciplina, también hicimos una elección muy buena. Cuando estuve en la mesa de pedagogía feminista, me hicieron una pregunta parecida, y yo lo que les decía era que nosotros somos una agrupación, y que como toda agrupación a veces se ven más a los dirigentes pero en realidad somos un grupo de militantes que viene hace mucho trabajando junto y que entendimos en este momento que la revolución de las mujeres y la base social que tiene el magisterio, que es el 75% de mujeres, debía expresarse en UTE. Y bueno, yo fui directora de escuela, fui supervisora también y vimos en esta oportunidad que la mejor persona para ese lugar era yo. A mí por supuesto que me enorgullece, yo también creo que era la oportunidad, digamos, mi oportunidad, así que estoy muy contenta.
Es un gran desafío pero estoy muy contenta y creo que UTE tiene que seguir avanzando en construir pedagogía feminista, en discutir las condiciones de trabajo con perspectiva de género, porque bueno, yo en los últimos años estuve participando en las mesas de comisiones de trabajo, también los que discuten, son, en la gran mayoría varones, y tienen una mirada meritocrática, o muy sesgada, entonces algunas medidas que en teoría, parece que van a mejorar el sistema educativo, nos perjudican a nosotras.
¿Encontrás similitudes entre lo que sería lo patriarcal y lo neoliberal/meritocrático?
Sí, sin dudas. Lo patriarcal y la meritocracia van juntas porque justamente lo que intentan es consolidar el racionalismo. Un racionalismo que pone por encima de la sensibilidad todo. Y en ese racionalismo pragmático no cuentan los sujetos o las sujetas, y eso es una gran preocupación a nivel ético. Las cosas se resuelven en los escritorios y no se tienen en cuenta los efectos arrasadores de algunas políticas. Sin ir más lejos, lo de los jardines… ellos discuten que sería mejor que primera infancia (tampoco lo discuten sino que es una recomendación del banco, del BID) que trajo líneas de financiamiento para primera infancia y se las da a Desarrollo Social, entonces Desarrollo Social te arma los CPI. Bueno, eso, que en apariencia es una gran política social, perjudica a miles de pibes porque los pone en situación de segmentación de la sociedad. Hacen una discriminación entre una infancia y la otra, es muy complejo lo que proponen y además son medidas que a largo plazo te condenan, condenan a aquellos que más necesitan. Así que me parece que tenemos que discutir esas perspectivas en profundidad, las políticas educativas en profundidad y con una perspectiva de género y de niñez. Porque las políticas de niñez o las políticas de género van juntas. Antes de discutirlas en profundidad, tenemos que tener toda una visión acabada, formada, precisa, exacta de cómo discutir las condiciones de trabajo.
¿Cómo imaginas, de acá en adelante, los desafíos que puede llegar a tener el sindicalismo, sus distintos sectores, por dónde crees que van a pasar los ejes gremiales, si se va a mantener la unidad…?
Y bueno… no lo sé, nos gustaría, nos gustaría y nos gustaría mucho ser parte de esas discusiones. Nosotros tenemos un gran representante que es Hugo Yasky, que tiene una visión política muy importante y es el que está conduciendo ahora el proceso a nivel nacional de la unificación con la CGT. Bueno, la CGT tiene elecciones en agosto, no sabemos si vamos a poder ingresar antes o después, eso depende de la negociación… vos pensá que CTERA es el segundo sindicato más grande del país, ya que en términos de congresales, tenemos muchos, para decirlo… Nosotros queremos la unidad del movimiento obrero, en ningún momento queremos las divisiones ni las fragmentaciones, lo que pasa que en el momento que decidimos irnos de la CGT no había muchas alternativas… fueron discusiones muy fuertes, muy dolorosas al interior de toda la agrupación del país, cuando se tomó la decisión había que hacerlo. Pero creo que en esta etapa histórica, el movimiento popular necesita de la unidad del movimiento obrero, como decía antes, la unidad hasta que duela, renunciando a veces a aspiraciones políticas personales, pero me parece que nuestro pueblo lo necesita.
¿Cómo analizás que va a quedar ahora Cambiemos en términos nacionales y cómo crees que eso puede afectar a Larreta en la Ciudad?
Mirá, Cambiemos va a hacer un intento de reorganizarse, yo creo que Macri quedó muy debilitado y la derrota en Boca creo que lo pone de manifiesto. Yo distingo entre el poder simbólico, el poder de la presidencia de la nación y el poder real… Macri pertenece a los poderes fácticos, es parte de ese poder y puede no ser Macri, puede ser otro. Nosotros tenemos que estar muy atentos a cómo se reorganizan esos poder fácticos. Después la situación de Larreta es una situación bastante particular. Él siempre marcó una distinción entre Cambiemos, el PRO, bueno…recién ahora hizo una alianza con Lousteau, esto no quiere decir que no sea de derecha, es muy de derecha, ha tomado medidas muy extremas para los intereses de la ciudadanía. Pero tiene un cerco mediático muy importante, a fuerza de mucha plata en todo lo que sea marketing, y se mantiene como intacto… A mí me parece que, en otro gobierno, haberles sacado el pan a los chicos del comedor hubiera generado una reacción en toda la sociedad, sin embargo, ni siquiera se enteró la sociedad, salvo por las denuncias que hemos hecho todos nosotros, no hay registro de eso en la sociedad, eso es muy grave, porque les sacó la comida a los pibes, no es que solo lo dijo… Ahora no pudo cerrar los 5 hospitales, ahora se enfrentó con los médicos, bueno, tiene como un enfrentamiento solapado con todos los que somos trabajadores del estado y garantizamos políticas públicas.
Con los médicos hubo que dar un paso atrás, con nosotros da pasos atrás pero la dibuja, porque con la UniCABA tuvo que dar un paso atrás porque no es la ley que había propuesto, pero lo dibuja de manera tal que aparece por encima, sin embargo tuvo que dar un paso atrás, por la resistencia… después se enfrenta con todos los trabajadores del estado, no hay trabajador o trabajadora que no esté en lucha con Larreta, pero está encapsulado eso, nuestro desafío es sacarlo de ahí y eso se hace con el contacto con las compañeras y los compañeros. Hay que romper lo que ellos arman… ellos continuamente piensan sistemas para recolectar datos, tienen datos de los padres, de los estudiantes, etc. Ahora con la inscripción online de los pibes, de las familias, tienen datos que ellos estudian y ven cómo meten… pero nuestro contacto directo con las compañeras y los compañeros, no lo tienen, lo tenemos nosotros.
¿Cómo recibiste el triunfo de Alberto y Cristina y qué desafíos y posibilidades se abren en este contexto?
Estaba re contenta, imaginate. Creo que fue un gran triunfo, pero fue el punto de llegada de todas nuestras resistencias, fue un triunfo que construimos todos y todas, el movimiento de mujeres, el movimiento de derechos humanos, el sindicalismo, todos y todas, no es de Alberto Fernández y de Cristina, sino de todos los partidos, todo lo que hizo la CTEP, todo eso junto puesto en movimiento es impresionante y creo que eso coronó el triunfo y que ahora tenemos que cuidarlo. No sé… vamos a ver qué medidas toma, estamos esperando la paritaria pero no es que no le vamos a reclamar nada al gobierno, pero creemos que tenemos que ver cómo se reordena la derecha en Latinoamérica y a nivel local en Argentina, que pasa con el campo que ya dieron algunas señales de que si avanzan con el tema de las retenciones ellos van a volver a hacer un lock out… Bueno pero hay que estar muy atentos, hay que fortalecer las organizaciones, mucho, hay que tener mucha discusión política, eso no quiere decir que no le vayamos a hacer paro (risas) nosotros no hacemos seguidismos, nosotros somos un sindicato que defiende los derechos de las y los trabajadores. No somos neutrales, pero defendemos los derechos de nuestro sector. Vamos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
¿Cuáles son las urgencias más inmediatas que tienen ustedes como sindicato, por dónde pasan hoy las prioridades a atender?
A nivel nacional, que se convoque a la paritaria nacional, en la paritaria nacional se discuten las condiciones de trabajo, materiales y simbólicas, pero primero queremos que se discuta la educación de los chicos y la situación de las escuelas que están en estado deplorable y para que no haya más una Sandra y Rubén, eso para empezar. Después hay mucho… tienen que reponer los niveles y modalidades, hay que lograr una discusión profunda sobre lo que es federalismo y una educación nacional, porque no puede ser que siempre estemos planteando si sos nacional no sos federal. Somos nacionales y federales porque no hay forma de construir una patria si no tenés un estado nacional, no hay manera, y recuperar los contenidos curriculares que no fueron prohibidos, pero soslayados con un montón de pavadas. En la Ciudad de Buenos Aires estamos esperando cómo se termina de constituir el nuevo gabinete, de la ministra Acuña, para abajo ha cambiado todo, hay un montón de nombres que no conocemos, todavía no hemos tenido ninguna reunión, nos deben la cláusula gatillo, esperamos, deseamos y hemos solicitado que se convoque a una mesa salarial para la aplicación de la cláusula gatillo, ellos respondieron adelantando el aguinaldo para el 14, pero queremos que se aplique la cláusula porque sobrepasamos el 50% de inflación.
¿Cómo recibiste los nombramientos del gabinete educativo en Nación?
Son personas muy prestigiosas, a Nicolás Trotta lo conozco de la UMET, Adriana Puiggrós, la conocemos por sus libros, es impresionante, es una persona que tiene una cabeza increíble y de ahí para abajo han nombrado a gente muy comprometida, Pablo Gentile, Verónica Piovani, no me acuerdo de todos los nombres pero tenemos confianza en que van a cumplir con los compromisos asumidos y ellos saben que CTERA va a exigir, como lo hemos hecho siempre con todos los gobiernos, nuestros derechos y nuestras reivindicaciones.
¿Qué le puede decir una maestra, militante, a las futuras generaciones, a los pibes que están entrando a la militancia?
Yo los miércoles tengo un EDI en el profesorado, es de políticas de la infancia y sistema educativo, es el último año y se reciben con el EDI y el Taller 6 y siempre conversamos. Yo les propongo pensar a largo plazo, nosotros ahora nos hacemos cargo de las generaciones que vienen, de “lo más nuevo”, como dice Hannah Arendt, le damos la bienvenida a los nuevos con la enorme responsabilidad que la sociedad te deposita, mucha responsabilidad, que es la construcción de la educación pública y la ciudadanía. Es parte de lo que es nuestra Argentina desde 1884, o antes, que nosotros nos inscribimos en un proceso histórico a muy largo plazo y que todos los días hay que ser dignos como maestros dentro del aula y fuera del aula, que todos los días hay que pelearla, todos los días hay que dar lo mejor, pero sabiendo que pertenecemos a una organización de trabajadores y trabajadoras, por la que muchos dieron la vida antes, y que nos inscribimos en esa historia con mucha memoria con la convicción que los que vienen atrás nuestro, se van a inscribir en esas mismas luchas.