4 de julio de 1976, un grupo de tareas ingresó en la casa parroquial de la Iglesia de San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano, y asesinó a sangre fría a tres sacerdotes y dos seminaristas de la orden de los Palotinos en una sangrienta operación revanchista que mostró hasta dónde estaba dispuesto a llegar el Estado Terrorista instaurado el 24 de marzo de ese año.