A continuación reproducimos el comunicado de los trabajadores de PAEByT. Estos compañeros trabajan a diario junto a otros docentes ejerciendo la tarea educativa en los distintos barrios de la ciudad. Su preocupación continúa la línea del reclamo de medidas para garantizar la escolaridad de los/as niños/as del barrio Papa Francisco después del desalojo represivo.
Nadie es menos que nadie y el suelo es para todos
Somos trabajadores/as de la educación en los barrios y villas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y es en dicha tarea donde nos encontramos diariamente con estudiantes – adolescentes, jóvenes y adultos – vecinos/as de los barrios en mayor situación de vulnerabilidad, en condiciones de pobreza impuesta por los sectores monopólicos del poder, pobreza que resulta estigmatizada y hasta criminalizada por los medios de comunicación introduciendo violencia para que se genere y reproduzca más violencia.
En este último mes hemos sido testigos de diferentes hechos alarmantes que se repiten en distintos barrios: muertes violentas de jóvenes, tiroteos en diferentes barrios donde coincide llamativamente el horario y relatos de vecinos que denuncian y sufren la disputa del territorio entre bandas mafiosas. Todo esto subestima, desvaloriza y desprecia la VIDA y la responsabilidad del Estado es estar presente para garantizar y ampliar el cumplimiento igualitario de los derechos humanos para todos/as los/as ciudadanos.
Desde la educación pública, nuestra opción es educar y educarnos en el corazón de estos barrios y villas, donde somos testigos cotidianos de valores como la solidaridad, el trabajo, el compromiso y la esperanza. Nos consta la solidez de los lazos afectivos, el sentido profundo de la fiesta popular, la alegría por las pequeñas cosas, la sencillez, la lucha por progresar y las ganas de aprender de nuestra gente.
El sábado 23 de este mes de agosto en el Barrio Papa Francisco, lindero a la villa 20 de Lugano y a un gigantesco campo de golf en tierras del Gobierno de la Ciudad, se produjo lo que se ha mal denominado “desalojo” (los/as vecinos/as nunca vieron una orden judicial que los habilitara). La realidad es que fueron engañados/as diciéndoles que se trataba de un allanamiento policial. Los relatos de los/as vecinos/as, sacerdotes, médicos/as y maestros/as coinciden en lo brutal del hecho y nos evocan escenas que creíamos desterradas en 31 años de democracia y que, inevitablemente, nos conducen a recuerdos donde el Estado se imponía instalando el terror, a un pasado de topadoras, saqueos y represión. Sobran lágrimas, imágenes, testimonios y muchos cuerpos golpeados de niños/as, jóvenes y adultos que hemos visto con nuestros propios ojos y que dan cuenta de lo dicho.
No pudiendo permanecer indiferentes repudiamos estos hechos y redoblamos el compromiso con nuestros/as estudiantes.
Denunciamos que alrededor de 1.000 niños/as y jóvenes han quedado sin escolaridad. Creemos fundamental garantizar que las puertas de todos los espacios educativos continúen abiertas ya que además de sostener el aprendizaje de esos/as niños/as y jóvenes, son lugares desde los que se debe acompañar a la comunidad.
Denunciamos que según censo de la Defensoría son 700 las familias desalojadas y despojadas violentamente de su dignidad, vivienda y libertad.
Nos solidarizamos y denunciamos las evidentes violaciones a los derechos humanos y exigimos asistencia inmediata por parte del Estado a las familias que quedaron en situación de calle, así como el respeto al derecho de los pobres a vivir dignamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Donde exista un centro de alfabetización, un espacio educativo habrá un grupo de estudiantes que junto con sus maestros/as interpelarán a la realidad para recrearla en una sociedad más justa y solidaria, donde la esperanza se construya a diario con el amor y la alegría de los pueblos que con dignidad se reconocen conquistadores de sus derechos.
Los/as estudiantes han expresado:
“Estamos en desacuerdo con las fuerzas de seguridad porque queremos que actúen de otra manera. Si las personas no están haciendo nada malo, ¿por qué les pegan en lugar de dialogar? Ellos esperan que no seamos violentos y ellos sí lo son. Además de las fuerzas de seguridad pensamos que los medios esperan que pensemos que la gente que vive en los barrios humildes es mala. Piensan que los que no tienen dinero son menos y generan la desigualdad provocando discriminación. El desalojo es una práctica común porque sucede muy seguido. No se garantiza el derecho a la vivienda. Nadie es menos que nadie y el suelo es para todos. ”
TRABAJADORES/AS DE LA EDUCACIÓN DEL PAEByT (Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo) paebyt.delegados@gmail.com