Como trabajadores de la educación repudiamos las declaraciones del Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, en las que, en el marco de la semana de lucha contra el acoso callejero, afirmó que él no les cree a las mujeres que dicen que “no le gustan los piropos, aunque estos sean groseros”.
Al margen de que toda declaración que fomente la violencia de género y cosifique a las mujeres debe ser rechazada, la gravedad de las afirmaciones de Macri reside en el lugar institucional que ocupa como Jefe de Gobierno. En este sentido, existen leyes y políticas de Estado para condenar y prevenir este tipo de violencias que un funcionario debe respetar más allá de sus opiniones personales. El estilo, construido en los laboratorios del márquetin político, pretendidamente despolitizado y posicionado en un supuesto sentido común desde el que enuncia Macri se enfrenta a la función que debe cumplir como Jefe de Gobierno.
Más allá de las motivaciones que tengan estos comentarios discriminatorios y sexistas, no podemos dejarlos pasar porque construyen un sentido opuesto al de una escuela que promueve la educación sexual integral y la erradicación de todo tipo de violencia de género.