Angélica Graciano es secretaria general de Unión de Trabajadores de la Educación de la ciudad de Buenos Aires y enfrenta las política educativas neoliberales del PRO desde hace 15 años. Su opinión sobre los nuevos planes de Larreta de “educación financiera”.
El impulso de la “educación financiera” dictada por representantes de empresas finitech en la Ciudad de Buenos Aires es un intento más de avanzar sobre la educación pública, una constante en los 15 años de gobiernos PRO. La disminución de diez puntos sobre el presupuesto educativo; el intento de modificar el acceso a cargos docentes; el proyecto de la Secundaria del Futuro; la creación de la UniCABA y la eliminación de los institutos de formación docente; el intento de cierre de las escuelas nocturnas; las prácticas laborales no remuneradas, son algunos de los hitos nodales en un proceso de mercantilización de la escuela que se inició en 2007. La otra constante durante esos 15 años fue la respuesta de la comunidad educativa organizada: “En el caso de la Ciudad tenemos más triunfos que derrotas. Siempre tuvieron que ir para atrás con las medidas, pero para no admitir las derrotas mantienen los nombres, la marca”, afirma en diálogo con Caras y Caretas la secretaria general de UTE-Ctera, Angélica Graciano.
La docente y psicóloga sostiene que “lo que interrumpe a la cultura neoliberal es la comunidad y en la escuela hay comunidad”. En ese sentido, considera fundamental plantear una propuesta educativa a nivel nacional “que se apoye en la larga tradición argentina en educación pública y formación académica”. Graciano celebra el relanzamiento del plan Conectar Igualdad, subraya la necesidad de que se implementen “programas que colaboren en los procesos de enseñanza en las aulas”, y entre las políticas que se podrían aplicar en los próximos dos años destaca el aumento del seis al ocho por ciento del PBI para el presupuesto nacional de educación, la construcción de jardines y su transformación para que tengan “estructura” de escuelas, la implementación de la jornada completa en escuelas primarias, entre otras.
–¿Qué lectura hace sobre la propuesta del GCBA de implementar el dictado de “educación financiera” por parte de empresas en lugar de docentes?
-Los chicos tienen economía en tercer año y una de las unidades es educación financiera. Los bachilleres con orientación contable tienen los contenidos que la ministra (Soledad Acuña) dice que a los chicos no se les propone. El GCBA todavía no planteó los contenidos ni especificó quiénes se van a hacer cargo de esos espacios, qué persona de las empresas. Tampoco citaron a nadie de la estructura del sistema educativo para hablar de esta propuesta. Es una estrategia de marketing y una señal hacia el establishment financiero, les están prometiendo que van a conquistar la subjetividad de los jóvenes. Están pensando en 2023, en llegar a ser gobierno, es una señal para el Banco Mundial y otros organismos internacionales que hacen recomendaciones para la educación en este sentido, con la intervención de empresas. Pero en el caso de Argentina, que la educación es estatal, esa mediación primero tiene que ser aceptada en las familias y discutida con todos los sectores de la comunidad educativa.
–¿Hay continuidad en las distintas políticas en educación que impulsó el PRO?
-Llevamos 15 años de políticas neoliberales. Se ve muy claro en el presupuesto en educación: en 2007 teníamos el 28 por ciento del presupuesto de la Ciudad; ahora el 18. Veníamos de construcción de escuelas todos los años, creación de cargos docentes, intervenciones en las escuelas con capacitadores con quienes trabajábamos en el aula. Era un sistema educativo muy articulado, con el mejor diseño curricular de Latinoamérica. El PRO buscó meterse en los intersticios. La fase macrista puso la mira, por ejemplo, en las juntas de clasificación, el proceso mediante el cual se accede a los cargos docentes y se regulan los concursos. En la misma línea después apareció –en 2017– el proyecto de UniCABA, un intento de cerrar los profesorados pensando que el ofrecimiento de una universidad iba a ser una idea seductora. Hubo una reacción estudiantil muy importante, de toda la comunidad en general. Después intentaron avanzar sobre el cierre de las escuelas nocturnas, que tampoco las pudieron cerrar. Fue un conflicto que se mantuvo durante todo un verano –en 2019–, hasta que derogaron la resolución que ordenaba cerrarlas.
–¿Cómo vio, a lo largo de esos años, la organización de la comunidad educativa?
–En el caso de la Ciudad tenemos más triunfos que derrotas, tenemos organizada la resistencia. No hemos tenido grandes derrotas. Se ve también en el proyecto de la Escuela del Futuro, que no tienen nada que ver hoy con lo que querían hacer inicialmente. La idea del PRO era trabajar por áreas, reducir los campos disciplinares y también introducir un sistema de pasantías, que ahora lo están lanzando, que era todo el quinto año. En las áreas disciplinares reducían, sobre todo, lo que era humanístico, las ciencias sociales. Fue un conflicto largo y sostenido, pero no pudieron suprimir ni un solo espacio curricular. Tuvieron que volver a planificar la Escuela del Futuro y reformular los programas que habían planteado inicialmente. Lo que hacen siempre para no admitir que sufrieron una derrota es mantener el nombre, la marca. Lo mismo pasó con UniCaba. Terminan teniendo que abrir mesas de negociación porque la Constitución de la Ciudad es muy clara en eso: cualquier reforma educativa tiene que ser consensuada.
–¿Cómo ve a los y las jóvenes que estudian para ser docentes?
–Soy profesora en el Mariano Acosta, en uno de los últimos talleres que se llama «Políticas de infancia y sistema educativo». Cada cuatrimestre que finaliza me quedo con una enorme satisfacción, porque veo jóvenes con mucha ilusión, con muchísimos sueños, con una confianza en que van a hacer cosas muy importantes y grandes en las escuelas. Se la juegan por la enseñanza, por los derechos de los niños y niñas. Ven más allá de la escuela, se dan cuenta de que hay otras variables como la economía, el trabajo, las condiciones de la vida de las familias, que inciden en forma directa en los procesos de enseñanza. A mí me sorprende gratamente y me alegra mucho que en cada cuatrimestre que terminamos hacemos un cierre en el que le ponemos todo el corazón..
–Esta semana se relanzó el plan Conectar Igualdad. ¿Cree que desde el gobierno nacional hay una propuesta sólida en contra de los lineamientos neoliberales, teniendo en cuenta que el neoliberalismo es una propuesta cultural que trasciende la disputa partidaria local?
-Cuando defendemos la educación nacional, defendemos la unidad de una Nación en términos educativos, los contenidos que se van a dictar en todo el país y las políticas que van a acompañar los procesos de enseñanza. Hemos luchado mucho para que el sistema educativo no se fragmente. Con las medidas que está tomando el Ministerio, como el caso de Conectar Igualdad, se está intentando juntar toda esa dispersión y hacer realmente una educación federal. Durante los cuatro años del macrismo hubo un proceso de descentralización. Es fundamental que Conectar Igualdad se lance en este momento y que esté acompañado por programas de fortalecimiento, a través de las tecnología, de la enseñanza de matemática, de ciencia, de historia, que no sea solamente la herramienta, que tenga programas que colaboren en los procesos de enseñanza en las aulas, desde el nivel inicial hasta los profesorados. La computadora no sustituye la mediación de los docentes, pero es un auxiliar muy relevante. No es lo mismo enseñar con tecnología que sin tecnología, y no es lo mismo para los chicos tampoco.
–¿Qué otros avances considera necesarios para fortalecer la educación?
-Se está discutiendo el aumento en el presupuesto nacional de educación del seis al ocho por ciento del PBI, y que el presupuesto de las universidades esté claramente diferenciado del de los niveles obligatorios. Esa es una discusión que se viene. Hubo también un gran debate en el tema de las evaluaciones. Nosotros venimos discutiendo con el Ministerio de Educación que la evaluación tiene que ser integral del sistema: instituciones, condiciones en que se producen los aprendizajes, cuáles son los recursos disponibles. Otro tema muy importante es que los jardines tengan la estructura de una escuela, como la primaria y la secundaria, y que sean integrales, que tengan docentes a cargo. En la escuela primaria tenemos que avanzar en todo el país en las escuelas de jornada completa, superar la jornada extendida. Escuelas de jornada completa con orientaciones a un campo de la enseñanza, educación física, arte, música, idiomas.
–¿Qué importancia tiene la escuela en el siglo XXI, con las premisas neoliberales cada vez más instaladas en los distintos espacios sociales?
-Lo que interrumpe a la cultura neoliberal es la comunidad y en la escuela hay comunidad. Esa es la herida para los neoliberales, que no pueden conquistar a la comunidad que se reúne en torno a sus hijos, a un proyecto de país, que discute qué educación quieren. Los discursos neoliberales buscan conquistar el sujeto no para la conformación de ciudadanos desde una perspectiva de derechos que es para lo que trabaja la escuela, sino para formar consumidores y clientes, gerentes de sí. Necesitan romper esa comunidad. Las distintas estrategias que tiene el neoliberalismo no les ha dado resultado. Hemos logrado mantener las unidades académicas, las unidades éticas, la preocupación por todos los chicos sin discriminación, que los docentes no le deban el cargo a ningún puntero o partido político. Eso es lo público y el gran debate de lo público se da en la escuela. El gesto que se repite todos los días de izar la bandera a las ocho de la mañana, a lo largo y a lo ancho del país, es un gesto de comunidad, es un gesto político que tiene un impacto formativo.