Lxs trabajadorxs de los Centros de Actividades Infantiles CAI recibimos en los últimos días un correo electrónico de la Dirección General que enumera los aumentos recibidos a lo largo del año. Antes que nada nos sorprende que llegue este tipo de comunicación durante la campaña electoral siendo que durante el año el Director Fabián Capponi nunca se comunicó con nosotros y nunca accedió a reunirse con lxs delegados sindicales para dar respuesta a los reiterados pedidos que se hicieron.
Por otro lado, medir nuestro sueldo en porcentajes es un engaño. Se trata de un salario tan atrasado que aun recibiendo un aumento del 100% seguiría por debajo de lo que gana un docente dentro del estatuto. Los talleristas empezamos cobrando $4397 y con el último aumento pasamos a cobrar $5600, menos de la mitad de lo que cobra un docente regido por el Estatuto. Por eso decimos que el 51% del que habla Capponi es una mentira sólo pensada como propaganda electoral. A eso hay que sumar las pésimas las condiciones en las que trabajamos, ausencia total de licencias, sin obra social, sin aporte ni antigüedad.
Lo que necesitamos lxs trabajadorxs del programa no es marketing electoral sino que se respeten nuestros derechos, lo que sólo se puede garantizar con la entrada al estatuto de toda la planta de trabajadorxs del CAI.
Otra novedad de este año fue que los puestos de maestros comunitarios que quedaban vacantes por renuncias no fueron renovados por docentes nuevos, una forma de ajustar y reducir presupuesto que significa además sobrecarga laboral para lxs docentes que queda por el mismo sueldo y también la reducción de la llegada del programa a sus beneficiarios, que son sujetos del derecho a la educación.
También genera una desvalorización de la tarea de las maestras comunitarias, algo que nos diferencia de otros programas. Para cubrir las renuncias la coordinación recurre al traslado sistemático de los docentes que quedan sin respetar las trayectorias de las sedes.
Lo que Capponi nombra como un aumento y esfuerzo de gestión es simplemente un ajuste encubierto que apunta a que trabajemos más cantidad por menos remuneración.