«Luego de casi 8 meses de la suspensión de las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires, el Gobierno de Horacio Rodríguez nos tiene acostumbrados a dar anuncios por televisión, sobre las medidas que van improvisando para las escuelas»
“Profe escuchamos por la tele que el lunes empezamos las clases, ¿tenemos que ir el lunes? ¿Nos puede explicar cómo sería?”
Se repite de viernes a viernes el mismo procedimiento, conferencia, anuncios y, después, confusión y preguntas. Luego de casi 8 meses de la suspensión de las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires, el Gobierno de Horacio Rodríguez nos tiene acostumbrados a dar anuncios por televisión, sobre las medidas que van improvisando para las escuelas, para después presionar a supervisores, directivos y docentes en la agenda que quieren imponer, el mismo modus operandi, no dialogar y presionar. Larreta decidió tirar por la borda los reclamos de toda la comunidad educativa que exigían conectividad y equipamiento y disuadirnos en las discusiones. Ciber escuelas, escuela en la plaza, clases en el patio, burbujas y, ahora ¿todos los grados a la escuela?.
La historia del desmantelamiento del “Programa Conectar Igualdad” en manos del Gobierno del ex Presidente Mauricio Macri es conocida por todes en estos días, pero sus consecuencias impactan hoy con mayor dimensión. El ASPO que obligó a docentes y familias a mantener la continuidad y el vínculo pedagógico a la distancia, mantuvo viva la llama de la educación pública. Con las herramientas que fueron desarrollando docentes y estudiantes; la comunidad educativa sostuvo un modelo de educación a distancia en resguardo de la salud de todes. La alianza familia escuela mantuvo a la escuela en movimiento y las políticas de emergencia en la Ciudad brillaron por su ausencia, no solo que no existió una propuesta educativa digital que paliara la brecha tecnológica, sino que tampoco existió una política que acompañe el proceso de educación remoto.
Mientras tanto el reclamo por conectividad y equipamiento nunca cesó. La decisión política del gobierno de Larreta de no garantizar las demandas incluyó numerosos capítulos, la recusación en dos oportunidades al juez Gallardo; luego de que el magistrado sostuviera que el gobierno porteño incumplía la medida cautelar que le ordenaba garantizar computadoras e Internet a todos los estudiantes en condición de vulnerabilidad social para que pudieran continuar con la educación, siguió por la paralización total de la causa con el aval del TSJ (Tribunal Superior de Justicia), la dilación en la entrega de datos de les estudiantes sin conectividad para que el gobierno Nacional les garantice conectividad, y los aprietes e intentos de sumarios a los Supervisores Escolares que repartieron tarjetas con conectividad a sus comunidades.
El planteo del GCBA en torno a la vuelta a clase presencial, giro a partir de dar respuesta al problema de la desigualdad educativa, “6.500 estudiantes” dicen, son los responsables de no sostener la continuidad pedagógica. Aunque no hay datos publicados sobre las condiciones de equipamiento y conectividad de la población educativa en CABA, según el informe preliminar sobre “Continuidad pedagógica en el marco del aislamiento por Covid-19” elaborado por el Ministerio de Educación de Nación, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) presenta que solo un 62% de hogares cuentan con al menos una computadora y, en relación a la conexión de internet, los hogares que usan datos de celular es el 21% y sin acceso a Internet es el 2%. Sabiendo que en los barrios populares la brecha es más profunda, creemos que se perdió el debate de la tecnología en la educación pública y, por ende, en invertir más en las escuelas públicas para una continuidad pedagógica
¿Qué nos quedará de la pandemia y la cuarentena? ¿Cómo salimos de la agenda cortoplacista que nos plantea el GCBA? ¿Qué hacemos con la exclusión de la educación en pandemia?
No es ingenuo que el GCBA no quiera discutir sobre la tecnología en la educación pública debido a necesidad de mayor inversión. Pero si es necesario que discutamos los desafíos de la educación en un momento de la historia donde la tecnología atraviesa las relaciones sociales, modifican el mercado de trabajo y son la línea divisoria entre quienes acceden y no acceden. Si las crisis son una posibilidad para cambiar, hablar de la calidad de la educación, como se puso de moda en los 90´, es necesario discutirla en función del acceso a la tecnología, la educación digital y no en tener a las escuelas como simples mobiliarios o que oficien como guarderías que exponen la salud de la comunidad educativa. Discutimos la calidad educativa en la educación pública, los desafíos del nuevo siglo y preservemos la vida de la comunidad educativa.
Computadoras no, “sombrillas” sí.
“Estuve dando clases a la tarde. A la mañana fue un grupo de nueve alumnos de la especialidad de automotores y estuvieron al sol en el patio hasta que se fueron las cámaras de televisión y se metieron adentro, porque hacía mucho calor y no se podía estar” fue el relato de Daniel, docente de la escuela técnica 35, donde se realizó la primer clase presencial luego de la aprobación de los protocolos.
Cuando el viernes 9 de octubre la Asamblea del Consejo Federal de Educación aprobó la resolución 370 qué resolvió entre otras cuestiones; los criterios epidemiológicos para establecer la reanudación de actividades presenciales en las instituciones educativas, la Ciudad de Buenos Aires obtuvo así el visto bueno para montar su show mediático. Con la claudicación del Ministro Trotta; el escenario (nunca mejor utilizado) estaba listo para la puesta en escena de Acuña y Larreta.
¿Pero entonces hablamos de un problema educativo o de revinculación o de acceso a la educación? En este dilema se nos pone a discutir sólo la apertura o no del edificio escolar. Pasamos de las ciber escuela, la escuela en la plaza a la burbuja en la escuela. En esta ocasión, faltando un mes para el cierre del calendario escolar, la burbuja es un docente con 8 estudiantes. Cada “burbuja” podrá asistir una o dos veces por semana entre 1.30hs a 3 hs en un espacio abierto (siempre que exista) del edificio escolar. Respetando el distanciamiento social y el uso del barbijo, el protocolo oficial establece que son actividades de re vinculación y no se permite usar material tecnológico.
“Esta pandemia incrementó las diferencias de origen entre los chicos. Quienes tenían condiciones sociales de origen y tuvieron la suerte de caer en una familia que acompañe y que contiene, pudieron estudiar estos siete meses” dijo Soledad Acuña. Desde su perspectiva, el derecho a la educación en pandemia no está asociado a la brecha digital y el estado nada puede hacer. Por lo pronto, a dos semanas de su lanzamiento las “burbujas” escolares asistieron solo el 10% de las matrículas de los grados convocados y ya se confirmaron 11 casos de trabajadores de las escuelas contagiades.
Los anuncios en televisión, dicen que volvieron las clases, mientras transmiten en vivo el ensayo general para la farsa actual .
(*) Los autores son Maestros de 7° grado.