El Gobierno porteño insiste en mensurar aspectos de la calidad educativa con pruebas que están desconectadas de los proyectos y procesos que cada institución realiza, poniendo el centro en la medición de los aprendizajes, en lugar hacer centro en los procesos de enseñanza. Entre el 13 y el 16 de agosto por tercer año consecutivo se realizarán las pruebas (TESBA) que se aplica a todos los estudiantes de 3º año de los establecimientos secundarios de la CABA, tanto de gestión estatal como de gestión privada.
Desde que se empezó a aplicar este método de medición, la UTE viene remarcándole a las autoridades que es complejo y arbitrario definir la calidad educativa sin considerar la calidad de los recursos educativos que el GCABA asigna a las escuelas públicas, la equidad y la universalidad en esa asignación, la evolución de la desigualdad social en la posibilidad de hacer aprendizajes socialmente significativos en la jurisdicción.
Este tipo de evaluaciones estandarizadas no son más que estrategias de la gestión de la Ciudad para lograr que la educación pública sea visualizada ante la sociedad como un sistema obsoleto, deficiente, ineficaz y “falto de calidad”, es someter a las escuelas, estudiantes y a lxs docentes a evaluaciones que midan sus desempeños según estándares definidos a nivel global y que responden a las necesidades de expansión del capital. Este tipo medición les garantiza corroborar el fracaso que anuncian e impone un repertorio de aprendizajes “universales” que uniformiza la educación y degrada el trabajo de la enseñanza.
Desde UTE remarcamos que es fundamental tener en cuenta la relevancia social de los saberes, el contexto del alumno, de la escuela y sus trayectorias escolares.
Si las evaluaciones no sirven para saber qué y cuántos medios está dando el gobierno a las escuelas para permitir que los docentes enseñen y los estudiantes aprendan, si no sirven para saber en qué medida se está garantizando que todas y todos los estudiantes puedan hacer aprendizajes significativos, sin discriminar por origen social, cultura familiar, género, etc., entonces es imposible evaluar el sistema educativo en términos de calidad.