Ámbito.com – Política – Por Matías Ortega.- lunes 29 de Enero de 2018. En la Ciudad de Buenos Aires, según registros oficiales, hay algo más de 1.800 establecimientos de educación pública, entre jardines maternales, escuelas primarias, secundarias y terciarias, incluidas las especiales. A ellos asisten unos 350.000 alumnos. A pesar de ser uno de los distritos con mayores recursos económicos del país, la educación estatal en territorio porteño tiene varias deudas no resueltas, como problemas de infraestructura, falta de vacantes y de maestros, y conflictos con tintes políticos y sindicales. Para los gremios docentes existe un problema central que deriva posteriormente en todo lo demás: el presupuesto educativo en la Ciudad, aseguran, se redujo en una década de un 30% de participación del PBI a 18,8%. Según datos de la Coordinación General de Estudio de Costos del Sistema Educativo (Cgecse), a 2015 el Gobierno porteño destinaba 24,8% de su presupuesto al área, uno de los porcentajes más bajos del país, donde el promedio es 32%. Sin embargo, el gasto por alumno era el sexto más alto. Para este año se aprobaron en la Legislatura recursos por $ 40.000 millones, que si bien es más que en 2017, el incremento está por debajo de la inflación y de la evolución salarial para este año que supera el 22%. Es decir, en términos reales la inversión que se destinará en 2018 será inferior. La ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña. Consultada al respecto por ámbito.com, la ministra de Educación Soledad Acuña, desacredita esa acusación: «Es una forma distinta de analizar el Presupuesto. Ellos hablan de proporción, de cómo se reparte el total, pero eso no es comparable. Nosotros hablamos de números absolutos. El Presupuesto real, en términos nominales creció 16%. Cuando miran la proporción los sindicatos lo están haciendo mal porque cuando sumás más servicios al Presupuesto de la Ciudad, como ocurrió con los subtes y la Policía, es lógico que la participación en el total se achique. Nuestro presupuesto real, sacando inflación y demás, fue aumentando en los últimos 10 años». «Hay una campaña de descolarización, es la campaña del desierto educativa. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta desprecia a la escuela pública, ataca a los maestros porque educamos, y ellos quieren mano de obra barata para las empresas», dispara Eduardo López, líder de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), en diálogo con este medio. Acuña refuta: «Al sindicato kirchnerista le respondo, porque no es el único sindicato de la Ciudad y no es la mayoría los que piensan eso, son posturas partidarias y cosmovisiones distintas que tenemos. Nosotros más allá de lo que decimos podemos demostrarlo con hechos concretos». A diferencia de lo que opinan los gremios, la socióloga Susana Decibe, exministra de Educación durante la segunda presidencia de Carlos Menem, opina que no ve «una política contraria a la educación pública». «Comparativamente las escuelas públicas porteñas han tenido ventajas con el resto del país. Sin embargo, no estamos en la mejor etapa de la educación del país. Hay como un estancamiento donde hay una pelea más ideológica que racional sobre la orientación de los problemas reales que tiene la escuela, sobre cómo trabajar, cómo organizar los contenidos. Esa pelea ideológica impide un salto cualitativo en la educación. Y la Ciudad no es ajena a esto», sostiene. Infraestructura Al repasar López las deudas de la Ciudad en materia educativa estatal, uno de los primeros puntos que surge es la falta de infraestructura necesaria, que deriva además en que cada año quedan miles de niños y jóvenes sin lugar en el sistema estatal. Para este año los gremios estiman que no menos de 12.000 chicos quedarán marginados de los pupitres públicos. Algunos, los que puedan, irán a escuelas privadas; otros perderán el año. En diálogo con ámbito.com, Acuña afirmó que aún no puede precisar cuál será el resultado de la inscripción, pero que la falta de vacantes se produce por un «traslado de demanda» de la escuela privada hacia la pública, y que lo único que no fue cubierto al 100% fue el nivel maternal. Pese a que los gremios critican que la Educación redujo su participación en el Presupuesto porteño, uno de los más altos del país, la ministra ratificó el compromiso de que cuando concluya el período 2016-2019 se habrán construido 52 escuelas, principalmente en la zona sur de la Ciudad, por un total de casi $ 6.500 millones. Desde que el PRO gobierna la Ciudad de Buenos Aires, cuando el hoy presidente Mauricio Macri asumió la jefatura porteña en 2007, se registró un crecimiento de casi 7% de los alumnos de la escuela pública, según los datos oficiales de la Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa (Diniece). Pero esa mayor matriculación es relativa. En primer lugar porque lo mismo ocurrió en prácticamente todas las provincias y con porcentajes mayores en algunos casos. Y además porque hubo un aumento aun superior en las escuelas privadas. Así, la matrícula común pasó de representar el 50,9% del total a 48,5% en 2015. Con otro agregado: donde se sumaron más alumnos al sector público fue en los niveles inicial y terciario, mientras que hubo una disminución en primaria y secundaria. Respecto a la falta de infraestructura, un caso que se conoció en los últimos días de diciembre pasado es el de tres escuelas que funcionan en el Polo Educativo de Retiro, en Avenida Antártida y Letonia. El Ministerio de Educación porteño resolvió el desalojo y reubicación «temporaria» de esos colegios, con la promesa de que allí se construirá un nuevo edificio. La polémica surgió porque a parte de esos alumnos pretenden llevarlos a un galpón ubicado en el interior de la Villa 31, que según las familias y los gremios está en una zona de conflicto entre bandas delictivas. Y además, aún acondicionando el lugar, su capacidad alcanzaría para cubrir sólo al 60% de los estudiantes. El proyecto contempla que otra parte se traslade a aulas conteiner, aunque las obras no estarían listas para el inicio de clases. Los padres que se oponen acudieron a las autoridades, a la Justicia, y realizaron protestas contra el traslado; pero al menos por ahora sus quejas no han tenido respuesta. Acuña salió al cruce y defendió la obra al sostener que cuando concluya será «el edificio educativo más grande de la Ciudad». Ratificó que el traslado es «transitorio por un año», y sostuvo que el lugar donde serán trasladados los alumnos está perfectamente acondicionado y que no está en una zona insegura. Además, afirmó que quienes se oponen son «algunas familias que trabajan y están militando con el sindicato en el mismo partido político», en alusión al kirchnerismo. Las aulas conteiner no son nuevas. Estas de Retiro se sumarían a las que ya funcionan en barrios como La Boca, Villa Soldati y Mataderos. Y si bien cuentan con equipamiento para que los estudiantes puedan estudiar en buenas condiciones, para López el problema es otro. «La escuela es un espacio simbólico de educación, de juego, de contención. Esto es una estructura anti educativa», sentencia, al tiempo que remarca que incluso la instalación y el acondicionamiento de las aulas conteiner resultan ser más caros que la construcción de edificios educativos. Faltan docentes Otro de los grandes problemas que tiene la educación en la Ciudad es la escasez de maestros. Según los gremios faltan unos 2.000 y cada año quedan sin cubrir más de 1.000 horas cátedra. Para paliar esa situación, en los últimos meses se profundizó recurrir a estudiantes de nivel avanzado que, pese a no haber terminado aún la carrera, comenzaron a dar clases. También se dispusieron «listas de emergencia» para convocar a docentes de instituciones privadas y de otros distritos. En medio de esto, el gobierno de Rodríguez Larreta lanzó un plan para construir una universidad de formación docente que, sostienen los gremios, contempla el cierre de los 29 profesorados que existen en la actualidad. «Estamos de acuerdo con la universidad, pero no con el cierre de los profesorados. Tiene que ser complementario, no suplementario», aclara López. Para el líder de UTE la iniciativa tiene más que ver con una cuestión económica de reducción de gasto en la Ciudad, que una estrategia para mejorar la calidad educativa. El rechazo es tal en la comunidad docente que hasta el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, le pidió al jefe de Gobierno, en una carta firmada por varias organizaciones que se verían afectadas, que retire el proyecto. Acuña, sin embargo, afirmó que en ningún momento se contempla el cierre de los profesorados y que la iniciativa será discutida a fondo en la Legislatura. Uno de los componentes que pueden explicar la falta de estudiantes para la carrera es la cuestión salarial. Según los datos que detalla la Cgecse, que depende del Ministerio de Educación de la Nación, a junio del año pasado un docente porteño con 10 años de antigüedad, y varios adicionales, ganaba algo menos de $ 15.000, por debajo del promedio del país. En Córdoba, por ejemplo, ese mismo profesional percibía algo más de $ 20.000. En la última paritaria los gremios acordaron un aumento de 21,5% con cláusula gatillo, que ahora con una inflación que superó ese porcentaje esperan que se active. Y para 2018 anticipan que no aceptarán poner un tope de 15% como pretende la Casa Rosada para las discusiones salariales. La negociación de este año además se verá empapada por el decreto que días atrás le quitó a los sindicatos nacionales, en especial el mayoritario Ctera, la potestad de discutir un sueldo base para la actividad. Pese a lo que dicen los gremios, Acuña aseguró que hasta la semana pasada ninguno de los 17 sindicatos había presentado formalmente ningún pedido para que se revea el salario y evitó anticipar cuál será la oferta para este año. Calidad educativa El año pasado, un conflicto que generó la reacción de los alumnos y derivó en el retorno de las tomas de colegio como forma de protesta, fue el de la denominada «Secundaria del Futuro», una reforma que, entre sus puntos más resistidos, plantea que los jóvenes del último año realicen prácticas profesionales no rentadas en empresas privadas. Pese a que el impulso a la iniciativa sufrió un freno, la ministra Acuña aseguró a este medio que seguirán adelante y que este año se comenzará a aplicar en 19 colegios. «Las prácticas educativas son para aquellos chicos que este año arrancan primer año, y cuando lleguen a quinto recién harán las prácticas. Tenemos armado el modelo, lo seguimos trabajando, y vamos a seguir incorporando las sugerencias y todas las propuestas que se hagan a lo largo de las mesas de trabajo que se van a realizar durante el año. Pero estamos convencidos que es un modelo necesario, que los chicos tienen que pasar por una instancia donde todo lo aprendido en el campo teórico de la escuela pueda aplicarse», sentenció. «La propuesta de reforma de la escuela secundaria creo que es una idea general en la dirección correcta, pero sin mucha profundidad y elaboración en su base teórica, y con una intención de implementación torpe», sostiene el especialista Juan María Segura, consultado por este medio. Y sobre la situación general de la educación, reflexiona: «El sistema de enseñanza pública de la Ciudad es el que está mejor dotado de recursos de todo el país. Con este marco, debería tener una calidad de aprendizaje que no se verifica ni en las pruebas Aprender ni en las pruebas internacionales PISA. Por lo tanto, aun cuando en la comparativa con las otras jurisdicciones el sistema porteño mida bien, está a mitad de camino de su potencial. Considerando que el sistema está gobernado por el mismo signo político desde hace más de 10 años, creo que es sintomático que semejante nivel de gasto público por alumno redunde en mejoras de aprendizaje tan tenues en una década». Respecto a las pruebas Aprender, un análisis por materias que realizaron alumnos de todo el país, los resultados de los jóvenes porteños estuvieron entre los más destacados. Sin embargo, para López eso no representa necesariamente una mejor calidad educativa. «La mayor parte de las pruebas estandarizadas no tienen en cuentan los contextos integrales y formativos, como desde dónde arrancó el alumno, si va a jornada simple o completa, si come bien, cuál es su situación social y familiar, etc», explica. Aclara que los gremios están «totalmente a favor de la evaluación», pero que debe hacerse con otros parámetros, como los que plantea Unicef y no la OCDE. «Los economistas serán bárbaros en economía, pero de educación no saben nada», argumenta. En cambio, Decibe considera que «es imprescindible un sistema de evaluación externo a la escuela. Es la única manera de tomar decisiones de política educativa». «Hay problemas muy concretos, como resolver problemas matemáticos o comprender textos, que no tienen que ver con las necesidades del mercado. El problema es que el sistema no está siendo efectivo en algo que es fundamental. Ahora bien, la propuesta de hacer la oferta educativa menos fragmentada es una idea que tenemos los que venimos trabajando desde hace años en educación, y que no logramos que se debata porque todo el mundo se siente amenazado. Hay que organizar distinto el contenido y enfrentar a los jóvenes a problemas, y a partir de allí tomar los conocimientos de distintas disciplinas para resolverlos», considera Decibe. Por último, una cuestión que reclaman tanto familias como docentes es la implementación de la jornada completa obligatoria para todos los niveles. «Para nosotros es lo mejor, la extendida es un parche porque no pueden dar respuesta a una solución pedida por todos», señala López respecto a que la Ciudad presentó en 2016 el programa que prolonga la jornada diaria de clases algunas horas por semana. «Nuestro país posee un ciclo escolar breve en cantidad de horas. El problema, si se desea avanzar en una mayor escolarización, es que hacen falta más escuelas, pues hay muchos edificios escolares que alojan 3 y hasta 4 turnos de alumnos de jornada simple por día», analiza Segura. Pero agrega: «Los niños deben aprender mejor, y no necesariamente eso se logra con más horas y días de clase. Es un debate profundo y urgente, y no se repara con la política ‘más es mejor’. En la práctica, llevamos 15 años dándole más recursos al sistema nacional de enseñanza escolar, y los resultados no mejoraron. Esto mismo sostiene la OCDE al verificar que el aumento del gasto en educación del 20% de sus países miembro no fue acompañado por una mejora equivalente en los aprendizajes». Por su parte, Decibe opina: «Para mí lo ideal es que haya una escuela donde tenés concentradas las actividades como están en la jornada de 4 o 5 horas, y que después la escuela siga abierta para todos aquellos chicos que necesiten un seguimiento, ya sea que necesitan porque tienen problemas de aprendizaje o porque no hay nadie en su casa para quedarse con ellos y necesitan actividades. No todos los chicos están para un régimen de todo el día».