Gustavo Sarmiento Fotos: Eduardo Sarapura
Tiempo Argentino – Nota – Sociedad – Pag. 22 – 06/08/2017 – Raquel Papalardo Rectora del Mariano Acosta: El 20 de abril denunció el ingreso de policías armados en la escuela que querían impedir una asamblea estudiantil. Cuatro días después la Ciudad le inició un cese administrativo. Esta semana retomó su cargo con aval de la comunidad escolar y en disputa con el Ministerio. Asegura que su proyecto molesta por promover el debate y la lucha como valores.
La bandera oscura poblada de letras blancas atraviesa uno de los patios internos del colegio: «Mientras existan maestrxs de pie, no habrá pueblos de rodillas». Suena a lema, pero es un faro para los miles de alumnos, docentes y directivos del Mariano Acosta, ubicado en el barrio de Balvanera, acostumbrados a luchar y a no sentirse ajenos de un contexto que los atraviesa. Quizás por eso siempre fueron observados bajo la gestión del PRO en la Ciudad. Especialmente su directora, Raquel Papalardo, que nunca calló sus críticas en los medios y ante las autoridades.
Papalardo había pedido su jubilación, que debía salir a fin de año. Sin embargo, cuatro días después de denunciar el ingreso de la policía en el colegio, en abril pasado, le iniciaron un cese administrativo que se consumó el 30 de junio. A pesar de eso, cobró el mes de julio, por lo que no se consideró despedida y retomó sus funciones esta semana, acompañada por toda la comunidad educativa y dirigentes de UTE-Ctera. Por las advertencias de las autoridades porteñas de que no está habilitada, Papalardo labró un acta ante escribano público. Al día siguiente desaparecieron libros de actas e incluso su sello personal. El vicerrector, Daniel Altamiranda, afín al macrismo, es la nueva autoridad para el gobierno, que la acusa de haber «tomado» el colegio.
En diálogo con Tiempo, Papalardo criticó a la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña («por lo menos con Esteban Bullrich se podía dialogar»), y apuntó que lo suyo se trata de castigo y persecución: «A mí, porque soy la emergente de un proyecto pedagógico; a la escuela, por ser como es, la quieren silenciar. Y al resto de los colegios, porque con esto quieren disciplinarlos».
–¿Hay diálogo con las autoridades?
–Ninguno. Nunca jamás se comunicó alguien de Ciudad. Y acá todos los días hay alguna novedad. Me desapareció el sello y me incautaron los libros que manejo a diario, donde llevo reuniones y supervisiones. El vicerrector dijo que tenía orden de superiores de incautarlos. Lo cierto es que no hay nada escrito. Lo único escrito es que había pedido la jubilación para fin de año, que me cesaron el 30 de junio con un trámite en tiempo récord, y que el lunes a la noche, revisando los recibos, me encuentro con el del 1 de agosto, correspondiente al mes de julio, enteramente pago. Tuvimos reunión con cuatro abogados. Todos coincidieron en que tenía que reasumir, que el cese administrativo quedaba sin efecto por haber cobrado el sueldo de rectora, y corría riesgo que me generaran ‘abandono de cargo’. Por eso estoy acá. Mientras no estuve dejaron al vicerrector a cargo, pero no está escrito ningún lado. Lo más lógico es: cobraste, te reintegrás con tus tareas habituales hasta tu jubilación, y luego asume el vicerrector. Pero pasa que al gobierno le gusta humillar a la gente. Y acá hay momentos de flaquezas, pero también de mucha fortaleza. Es por eso que especialmente volví por la comunidad, que nunca quiso que me vaya. Tenemos reuniones con familias y alumnos prácticamente a diario. Por ejemplo, el Consejo Directivo de Terciaria me reconoció por unanimidad como la rectora. Y el Consejo de Estudiantes de Media también dio su respaldo absoluto.
–¿Por qué la cesan?
–Dicen que no presenté los papeles de la Anses en tiempo y forma. No es verdad. El 20 de abril me meten a la policía en la escuela. Porque la meten, no fue casualidad. Fue a propósito. Con la excusa de que iba a haber una clase pública en la calle, debido al conflicto docente. La clase se hizo de las rejas para adentro. Igual, a la tarde, entra otro policía hasta el mostrador de la secretaría, armado, preguntándome dónde era el corte de calle. Le digo: «Retírese, no puede estar armado dentro de la escuela». Hubo alarma en los padres, circularon reacciones, hacía poco había ingresado la policía a la Universidad de Jujuy. No fue casualidad. Esto ocurrió el 20. ¿Cuándo me inician el cese administrativo? El 24 de abril.
–¿Por qué cree que el gobierno recae sobre el Mariano Acosta?
–La identidad de esta escuela siempre fue la diversidad, la apertura, la heterogeneidad, la discusión y el debate como valores, pero sobre todo su lucha, no en vano tenemos 38 detenidos desaparecidos. Por eso siempre fue una escuela observada, pero con muchos gobiernos hubo posibilidad de diálogo. Con esta gestión, no.
El Mariano Acosta tiene 143 años y aproximadamente 2700 alumnos, entre primaria, secundaria, terciaria (con Formación Docente), y bajo la gestión de Papalardo se sumó el nivel inicial, e incorporaron modalides de bachillerato como matemática–física. Su trabajo como rectora coincide prácticamente con la década del PRO al frente de la Ciudad. Antes tuvo 30 años dentro del colegio, la mayoría dando clases de Geografía.
En estos años se luchó por las becas estudiantiles, la restauración del edificio, cambios en la NES (Nueva Escuela Secundaria), la apertura de un 3º año y del nivel inicial en el colegio. Hoy todo es una realidad. También por esto siempre nos miraron del gobierno», dice con voz frágil, pero sin frenarse. Sobre su escritorio reposa, con orgullo indisimulado, un cartel que le escribió Sofía, de 4º C, turno tarde, el 1 de agosto pasado. «Cosas que Raquel nos dio», encabeza la niña, y enumera: «1. La radio 2. El jardín 3. El mejor patio 4. Los espacios de memoria 5. La sala de 3». Papalardo acota otros logros como el museo, la biblioteca histórica y el teatro Julio Cortázar, pero sobre todo la idea matriz que atravesó su proyecto de escuela, y que hoy es una identidad del Acosta entre todos los colegios porteños: «Todos los proyectos participativos están vertebrados por los Derechos Humanos. Son tres pilares fundamentales: los espacios de memoria institucional (archivo, museo y biblioteca históricos), la unidad académica (los cuatro niveles interactúan y se retroalimentan con proyectos transversales) y el tercer eje fundamental es trabajar con la comunidad. Somos una escuela de puertas abiertas, se enriquece con el ingreso de distintos actores sociales a la institución y con las salidas, llegando a chicos en situación de calle, en un barrio como el nuestro, dotado de todas sus problemáticas y vulnerabilidades.
–¿Cómo define la política educativa de este gobierno, con sus insistencias sobre el concepto de «calidad»?
–Todo lo que sea evaluaciones homogeneizadoras no es conducente. La evaluación que es igual para todos en todos los lugares no existe. Cuando sos docente tenés que evaluar a los chicos con sus propias capacidades y contextos. El Aprender y las PISA no lo tienen en cuenta. Las PISA son internacionales. Para ellos es lo mismo Finlandia, Singapur y Níger. Es un disparate. Acá, por ejemplo, los alumnos se negaron a hacer el Operativo Aprender.
–Hace años, desde el macrismo se habla de «premiar con dinero a las escuelas con más calidad». ¿Cree que pueda llegar a pasar?
–Es probable que el PRO quiera ranquear escuelas para otorgar fondos. El tema de la competitividad está muy presente en este gobierno, el mercado entrando en todo el proceso educativo, desde la enseñanza hasta la evaluación y la formación. Es el neoliberalismo. Ahora está el Plan Maestro con el que quieren volver a federalizar la educación, donde el Ministerio cada vez se hace cargo de menos cosas, ya ni siquiera de la paritaria. O si no, te saltan con la idea de la formación para el trabajo; no está mal, pero para eso ya están las escuelas técnicas, que no sea para empresas amigas. Hay un ejemplo: hace cinco años desde Ciudad nos invitan a varios directivos de escuelas para ofrecernos un bachillerato internacional para escuelas medias. Costaba 10 mil dólares por alumno, y dependía de una asociación civil de Ginebra, cuya sede local era en un departamento de San Isidro que ni siquiera tenía salida a la calle. El gobierno se iba a hacer cargo de pagar por cada alumno, y nos ofrecía adherirnos. Consistía en cursar materias en inglés, se tomaban exámenes que se corregían acá, luego en Brasil, después pasaba a México, y se iban reevaluando hasta que llegaban a Ginebra. Los alumnos que no aprobaran perdían todo el dinero puesto. Solo llegaba el «mejor», que podía entrar en una universidad menor de los Estados Unidos. Ciudad lo aceptó y te lo ofrecía a la escuela. Es el mercado en la educación. El emprendedurismo, la meritocracia, la competitividad, los resultados sin evaluación de procesos. Si te caés del sistema, es culpa tuya.
«Bullrich fue mi alumno en una privada»
«Lo tuve a Bullrich de alumno en una privada muy top de Belgrano R», revela Papalardo. «Tuvimos muy buen vínculo, me apreciaba como persona y docente, pero no coincidíamos en nada. Es uno de los pocos con quien se puede dialogar. Pero lamentablemente tiene una mirada que recorre de punta a punta el proyecto de Cambiemos, que no es el que a mí me gusta. Y Esteban no es docente. No conoce la escuela pública. Lo invité muchas veces y nunca vino. Ni siquiera en el aniversario de los 140 años de la escuela».