Año 5. Edición número 228. Domingo 30 de septiembre de 2012
Por
Fernando Basso
Hijo: tenés la fortuna de crecer en un momento de la historia argentina donde la democracia retoña incesantemente por todas las hendijas de nuestra realidad, cuestión que no está exenta de críticas ni de incomprensión por parte de muchos de los adultos de tu misma sociedad.
Estás participando de una forma de reclamo social que por pacífica, inteligente y racional es legítima e irrenunciable. Eso nadie te lo va a poder quitar jamás. Lo que la mayoría de los adultos maleducados no entiende, es que lo que hacen “tomando una escuela” no es otra cosa que un acto de aprendizaje puro, es decir, un hecho pedagógico comparable al que están expuestos cuando en el taller les ponen en las manos una herramienta para que transformen algún material en tarea o en producto de su propia imaginación.
La herramienta es la toma y el producto será tu ciudadanía plena.
La mala educación a la que fuimos sometidos tus padres y los de tus compañeros es la que nos formó intolerantes, precisamente, por no poder protestar ante lo injusto, como ustedes lo hacen hoy con total libertad y raciocinio. Varones sin barba y con el pelo y uñas bien cortitas, chicas con vincha azul o blanca, y todos uniformados y puntuales, no pueden ser menos que idiotas civiles, sobre todo cuando oponerse a aquello significaba que a los rebeldes de aquél tiempo los molieran a bastonazos, encarcelaran, o desaparecieran, transformando a estudiantes en terroristas subversivos.
Sean mejores que nosotros. Comprendan a los mayores que no los entienden a ustedes: sólo están mal educados, cuestión que pueden modificar con su ejemplo de hoy.
Esa mala educación democrática es la que exhiben las autoridades del Ministerio de Educación de nuestra ciudad cuando los califica como delincuentes. Tranquilos… no lo son bajo ningún concepto. ¡Son ciudadanos próximos a votar reclamando por un derecho! Hijo, los derechos no se compran ni se venden. Se ejercen, tal como lo están haciendo vos y tus compañeros. Y esto hay que explicárselo también a los estudiantes que asisten a las privadas. Ustedes, en un sólo día de toma aprenden más que en mil horas de clases que como yo, o cualquier otro profesor, les podamos dar en las horas institucionales de Cívica frente al pizarrón. En una toma estudiantil aprenden a escucharse, a debatir, a llegar a un acuerdo frente a posiciones distintas, a aceptar la decisión de la mayoría y, por ende, a enseñarle al resto de los argentinos que después de una acción colectiva como la suya, una mejor sociedad es posible. ¡Bien por ustedes!
Para terminar, te voy a hacer tres pedidos concretos que quiero que tomes como aporte de todos los padres que los apoyamos en ésta lucha. Así, como el enfermo militante de la educación técnica que soy: 1) persuadí de alguna manera a tus compañeros y los del resto de las técnicas para que no dejen bajo ningún concepto que nos saquen del industrial ni una sola hora de taller ni de ninguna materia esencial de cada una de las disciplinas de las técnicas; 2) No reproduzcas inocentemente conceptos que ponen en duda el hecho de que lo que hace una toma escolar es generar un aprendizaje democrático esencial para ésta, nuestra sociedad; y en tercer lugar, no dejes que nadie te llame alumno: los que no tienen luces son los que hoy quieren despedazar la educación pública argentina laica, gratuita y obligatoria, para así poder venderla… y ¡comprarla!
Sigan luchando. Los recontra bancamos.
¡Aguante la educación pública!
¡Aguante la técnica!
Papá y mamá.