En los últimos diez años cayó 25% la graduación en institutos porteños.
ParaBuenosAires.com (CABA) – Nota / 08.08.2016. En la ciudad de Buenos Aires no hay suficientes maestros. Y la situación tiende a agravarse, porque la cantidad de egresados de los institutos de formación docente bajó 25% en los últimos diez años.
“Es como un paro silencioso y cotidiano”, dijo Alejandra Bonato, una maestra de primaria que integra una de las juntas que se ocupan de armar los listados de cargos vacantes y de docentes disponibles. Según Bonato, en cada uno de los 21 actos públicos diarios en los que el Ministerio de Educación porteño ofrece las vacantes por jubilaciones, traslados o licencias, por lo menos diez grados se quedan sin maestro.
La primaria N° 12 del barrio de Barracas permite entender mejor cómo es de crítica la situación. A esa escuela, ubicada en el borde de la villa 21-24, van 800 chicos que se reparten en 33 cursos. En condiciones normales deberían ser 33 los maestros que trabajan ahí. Sin embargo, a lo largo del año suelen contabilizar unos 70 docentes.
Eso ocurre porque muchos toman una suplencia o el cargo, pero siguen buscando un curso en una escuela ubicada en zonas menos vulnerables o un puesto de jornada completa que les asegure un mejor sueldo. Y como las vacantes superan el número de docentes que se postulan, las oportunidades que suelen buscar aparecen en días o, a más tardar, meses.
Antes de las vacaciones de invierno, por ejemplo, el 5° grado del turno tarde estuvo 15 días sin maestro porque no había ningún docente a disposición. “Uno como maestro le pone voluntad, pero resulta difícil juntar cursos para no dejar a chicos sin clases. Lo hice varias veces, pero quedé al frente de un cuarto grado con 50 nenes. Es imposible”, señala Pablo Francisco, maestro de la escuela desde hace dos años.
La falta de docentes es un tema crítico a nivel nacional, pero en la ciudad de Buenos Aires se da la particularidad de que recrudece en el nivel primario. En el país hacen faltan profesores de Química, Inglés, Música, Física e Historia, por citar las primeras cinco materias con mayor dificultad para conseguir quienes la dicten, según el Ministerio de Educación de la Nación.
Esa situación se vive en la ciudad, donde hay semanas en las que más de 700 horas cátedra de distintas materias no son adjudicadas por falta de profesores. Sin embargo, en el nivel medio pueden tomar cargos otros profesionales, como abogados, contadores, licenciados en Letras e incluso maestros de primaria, por citar sólo algunos ejemplos.
Esas alternativas descomprimen la urgencia, sobre todo en una ciudad con muchos profesionales. Además, la falta de uno de los 10 profesores que como mínimo tienen los alumnos en el secundario no resulta tan dramática como el hecho de que chicos de primaria se queden sin su maestra de grado.
“El problema en la primaria es que en la ciudad de Buenos Aires directamente no encontrás maestros de grado y no se cubren los cargos. Y los cursos quedan vacantes no porque el docente pida licencia, sino porque son más los que se jubilan que los que egresan”, señala Eduardo López, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).
Efectivamente, la carrera docente para escuelas primarias está en retroceso y no es un problema que ocurre ahora. En la ciudad lleva por lo menos una década. Entre institutos de formación superior privados y estatales, en 2004 egresaron 561 maestros. Diez años después, en 2014, lo hicieron apenas 423. Uno de los lugares más emblemáticos para estudiar la carrera es la Escuela Normal N° 2 Mariano Acosta, de donde en 2014 egresaron 88 maestros, es decir, uno de cada cinco docentes nuevos de toda la ciudad.
“Hace diez años que la carrera viene en descenso. Quizás este año sea más grave porque ya hay cursos sin docentes. Creo que el principal obstáculo que tienen los jóvenes que inician la carrera es la gran carga horaria de los talleres y las residencias. Porque si bien los que se reciben anualmente son pocos, hay que contemplar que el abandono ronda el 50%”, describe Raquel Papalardo, rectora del Mariano Acosta, uno de los 11 institutos estatales porteños en los que se forman maestros de grado.
Desde 2003 hasta hoy, la carrera de docente de primaria se complejizó. De tener una carga de materias que podía hacerse en dos años pasó a tres años. Después, en 2006, se la llevó a cuatro años, y así quedó equiparada con el profesorado.
“Entré en 2010 y recién me voy a recibir a fin de año. Lo que pasa es que entre las observaciones y las clases que uno tiene que ir dando en la materia Taller tenés que disponer de seis meses completos para estar, a contraturno del estudio, cuatro horas diarias en una escuela. ¿Qué trabajo te permite esas licencias?”, expone Jonatan Castro, que tiene 29 años y estudia en el Mariano Acosta. Jonatan, de todos modos, mejorará el promedio que le demanda a la mayoría de los estudiantes recibirse, ya que según el Ministerio de Educación porteño es de siete años y medio.
Por otro lado, UTE insiste en el reclamo de que se equipare el sueldo de los docentes de primaria con el de los profesores. Es que si bien el esquema es distinto, porque en el secundario cada curso tiene hasta 14 profesores, al prorratear el valor de la hora cátedra semanal, un maestro cobra $361 y un profesor de secundario, $589.
En el Ministerio de Educación porteño no desconocen el problema. Y en ese sentido la actual ministra Soledad Acuña anticipó un plan con el que buscarán facilitar las clases prácticas de los estudiantes y volverlas rentadas.
En 2013, el entonces titular de esa misma cartera y actual ministro de Educación nacional, Esteban Bullrich, intentó alentar a que más jóvenes ingresaran en la carrera de docentes de grado instruyendo la posibilidad de que los estudiantes pudieran dar clases y cobrar su sueldo con el 70% de las materias aprobadas.
La medida, que sigue vigente, permitió cubrir cargos y evitar que los cursos sin maestros no fueran aún más. Pero no consiguió aumentar los ingresos de alumnos en los institutos de formación docente.
“Fue un paliativo. Entre que no tengan maestros al frente del aula o al menos tengan un estudiante, es mejor lo segundo -considera López-. Lo que debería instrumentarse es un programa de becas para estudiar, como el que perciben los ingresantes en la escuela de la Policía Metropolitana. Porque de lo contrario, ante una carrera que como mínimo te va a demandar cuatro años, la mayoría de los jóvenes optan por una carrera universitaria, ya que en la ciudad hay muchísimas para elegir.”
FUENTE: LA NACIÓN